domingo, 9 de diciembre de 2012

Me gustan los remakes ¿qué pasa?

   Pues sí, Déjenme que me desprenda por un instante de las gafas de pasta, la palestina y la boina francesa y suelte una herejía: Me gusta ver Remakes...

   Antes de empezar a quemar cruces gigantes en mi ventana permitanme explicarme.
  Ya sé que la gran mayoría de las veces, la "copia" no le llega ni a la suela del zapato a la original. También sé, y lo defiendo, que hay determinadas películas de las cuáles no debe hacerse un remake jamás, y otras de las que nunca debió hacerse.

   Vayan por delante ejemplos como el Sabrina ése con Harrison Ford, sacrilegio donde los haya para con el clásico de Wilder, o incluso la recientemente olvidable Desafío Total, perpetrada por un Colin Farrel y un equipo de guionistas / director / productores que olvidan que su predecesora no brillaba por ser especialmente una obra de arte, ni mucho menos, sino porque los astros se alinearon para parir una película de culto.
   Y una película de culto no tiene porque ser buena o mala per se, sólo tiene que ser eso, de culto.

   Y a eso voy.
Si me gusta ver los remakes, no es por esperar que sea superior a su original, sino porque comparar una nueva versión con la antigua constituye todo un ejercicio de oficio cinematográfico.

   ¿Cómo afrontará el nuevo director esa escena que fue mítica en la original? ¿Tartará de superarla? ¿Imitarla? ¿La sacrificará a cambio de otro concepto? Y si lo hace ¿es por convicción de que la anterior no era lo suficientemente buena, o por tratar de ofrecer una visión distinta de la misma historia?
   Ver dos versiones seguidas de una misma propuesta resulta así para el que les escribe interesantísimo.
   El primer realizador puso la cámara así, y la movió asá... El segundo realizador cuenta con mas medios técnicos y mas dinero que el primero. ¿Abusará de esa superioridad o no? ¿colocará la cámara en el mismo sitio? Y de no hacerlo ¿dónde y por qué?

   A veces ves una película desconocida y sientes que la historia es buena pero que no llegó mas lejos por su falta de medios, y piensas en un remake.

   Van Sant calcó los planos idénticos del maestro Hitchcock en su remake de Psicosis. No quiso ofrecer otra perspectiva, ni otro punto de vista.
   Otros remakes, como el ya citado Desafío Total, se desprende tanto del relato corto de K. Dick como del guión de la de Verhoven para construir una trama bastante alejada de la original, pero sin embargo (y esto resulta divertido, aunque no educativo) está plagada de guiños y homenajes a su predecesora.

   Se aprende muchísimo del oficio de hacer cine revisando estas cintas. 
De hecho, en una ocasión en la cual me consultaron desde un certamen de cine que iba a comenzar su andadura, para que les aportara ideas novedosas que pudieran incorporar a su festival, les propuse que eligieran a cuatro o cinco realizadores canarios y les propusieran el siguiente ejercicio:
   Darles a los cuatro un guión de cortometraje sin final escrito, lo suficientemente abierto como para que cada director rodara el final que le sugería la historia.
   Luego, al proyectar todos los trabajos juntos, asistiríamos a cuatro maneras distintas de rodar las mismas secuencias, así como a cuatro maneras de entender el final de una misma historia.
   Creo que el resultado conjunto sería en si misma toda una master class sobre el cine.

Capítulo aparte precisa esa manía de los americanos de remakear cintas extranjeras de habla no inglesa de cara a su mercado.

  Pues eso. Que me gusta ver remakes. Lo admito, aunque también admito que la gran mayoría resultan innecesarios.
   Lo que ya no me gusta tanto son la secuelas y precuelas que ahora pululan por las carteleras. No aportan nada al aprendizaje cinematográfico, excepto quizás ver como un pobre guionista tiene que hacer cosas de las que se avergüenza para poder llevarse las lentejas a su mesa.
   Pensándolo bien, eso también es interesante, menos en el caso de  Los Inmortales II...