viernes, 4 de mayo de 2012

"Adiós Almodóvar"

CRÓNICAS DEL FRACASO


   Esta tarde bajé al perro de mi madre a la calle. Lo saqué a hacer sus necesidades a esa hora que los fotógrafos llaman la hora mágica, cuando el sol se inclinaba tiñendo de rojo las calles del barrio que me vio crecer, donde viví mi infancia, mi adolescencia y parte de mi juventud.


   Pues en eso estaba yo (bueno, en eso estaba el perro), cuando de la acera de enfrente alguien me gritó: "¡Adiós Almodóvar!".
   Me giré y pude ver a un grupito de tres o cuatro personas, más o menos de mi edad, que me sonreían y me saludaban.
   Mi miopía me hizo acercarme lo suficiente como para reconocer los rostros de mis interlocutores.
   Eran amigos de la infancia, de la adolescencia, rostros del pasado, gentes que bien podrían responder a los nombres de Mingo el chola, Pepe el tubería, Jose el negro, o Antoñito el chino... (¿por qué en todas las pandillas siempre había uno que le llamaban "el chino"?.


   Hacía tiempo que no les veía, y supuse, por lo de Almodóvar, que sabían por internet de esta absurda enfermedad mía por rodar.


-"Dany el chocolatero" si que ha triunfado, hace películas el hijoputa-


Gsssssshhhhhhhhh... (onomatopeya de planta rodante del oeste en la oficina del Inem de Texas).


   Primero sonreí, pero luego la tristeza se apoderó de mí. Miré a aquellas personas y me paré a pensar. ¿Qué hacían allí, en el barrio, apoyados en los mismos muritos y barandillas de hace 20 o 25 años?
   ¿las conversaciones serian las mismas? No creo. Lo buena que estaba Kim Basinger o Sharon Stone, a dónde íbamos a salir de marcha el sábado... ¿o tal vez sí?


   Hace 12 o 13 años, todos dejaron el barrio, se casaron, se compraron casas, tenían trabajos, ilusiones, esperanzas depositadas en el futuro... y hoy estaban todos de vuelta, viviendo en casa de sus padres, sacando también a mear al perro de sus madres. 
Muchos habían perdido sus trabajos y sus casas, algunos se habían divorciado (incluso dos veces como yo), y ahora estaban allí apoyados en el mismo murito...


   Habría que buscar fotografías antiguas para saber si el tiempo ha deteriorado mas el muro del barrio, o las ilusiones de los que allí nos sentábamos.


   En fin, le dejaría esta historia a León de Aranoa, pero casi que la voy a escribir yo... 


   Cierro el Explorer y abro el Word... 
   ...ya nos veremos...