DE POCOYÓ A KOOLAU
En estos diez años que llevo dedicado al absurdo mundillo del cine canario he visto muchas cosas, he conocido a mucha gente y he vivido distintas experiencias.
Y he llegado a una conclusión que sólo tras profundas reflexiones se puede alcanzar.
Y es que ahora, estas guerras intestinas en las que nos hemos visto envueltos los cineastas canarios me resultan tan absurdas y estériles que me obligan a una rectificación pública.
Yo me he convertido en paladín de la lucha entre independientes y subvencionados, en denunciante de las endogamias institucionales, azotando con virulencia desde estas y otras páginas todo lo que consideraba injusto.
Pero ahora pienso que no merece la pena esta batalla, y desde aquí ofrezco un tratado de paz a todos esos creadores que...
...¡y una mierda que te comas!
¿se lo estaban creyendo?
Yo soy Koolau el Leproso, jamás me rendiré.
La guerra entre el proletariado audiovisual y las hordas institucionales endogámicas jamás terminará mientras yo viva.
Y los sicarios lameojetes, ruedatruños con dinero, subvencionados habituales nunca estarán a salvo.
¡Antes la muerte!