Recuerdo que cuando era niño, aquel inolvidable amigo que fue el cinéfilo Manolo Suárez me llevó al Cine Avellaneda a ver "Supergirl".
Apenas recuerdo la película pero creo que era un truñazo en el que una superheroína era morena en su vida privada y rubia cuando se ponía un erótico conjunto de capa y faldita.
Lo que si recuerdo era la majestuosidad de la sala. Aquellos cines tenían "algo" ("argo" como diría Eduardo García Rojas). Balaustradas de oscura madera, sala de butacas en "pisos de arriba", palcos...
No todas las salas de mi infancia tenían ese "argo" que tenía el Avellaneda, quizás el Avenida, el Capitol, el Victoria y un par de ellos más. Luego estaban los mas modernos como el Rex, o el Royal.
Y todo esto antes de la aparición de los primeros multicines, aquellos que nos entusiasmaron a todos como el Galaxys.
Después, casi todas esas salas (incluidos los "modernos" multicines) se convirtieron primero en bingos, y luego, simplemente... en nada.
Jolín, se me ha ido la pinza. ¿Y yo porqué estaba hablando de esto?
Ah sí. Pues resulta que este Martes 22 tendrá lugar una proyección de seis cortos independientes entre los que se encuentra uno dirigido por un servidor, en el antiguo Cine Avellaneda, hoy reconvertido en el nuevo teatro Guiniguada.
Los títulos que se expondrán esta vez son "Y Nila duerme" de Paolo Marelli, "Filmología Imaginaria" de David Delgado, "El Hijo Pasolini" de Pedro García, "Construyendo la flecha de Stromboli" de Imma Marcos, "Cool" de Amaury Santana y "El último plano" del coleguita que les habla.
Una selección en la que me siento un poco fuera de lugar, ya que tras ver los trabajos de mis compañeros, me he dado cuenta que el mío desentona tanto en forma como en contenido, lo cuál me hace sospechar que cuando compartimos pantalla no siempre es por afinidad entre las obras, sino por afinidad entre los obreros.
Pero lo que sí que me resulta interesante es que ésta es la primera proyección de cortometrajes independientes canarios, producidos al margen de movidas institucionales y ayudas y sub-ayudas, que va a tener como marco la sala pública- estatal del Guiniguada.
Y digo bien sala pública, ya que ese edificio y lo que hay dentro es de todos, tuyo y mío, y me parece cojonudo que todo el mundo tenga acceso a su usufructo, aunque hayas rodado con tus ahorros y no con el regalo de los reyes Magos.
Y después, pues el cosquilleo de ver tu trabajo proyectado en una sala de las de antes, en un cine de balaustradas de madera, de butacas en el piso alto, de palcos...
Ya en una ocasión tuve ese privilegio, pero fue en Madrid, en La Gran Vía, en una sala a la que no me unía ningún lazo emocional, lejos, en el quinto pino...
...y esta vez es en casita, nada menos que en el "Avellaneda"...
"Supergirl" se sentiría orgullosa de mí...