Este blog que está usted leyendo, no tiene ni una semana de vida, y sin embargo, ya ha sufrido su acoso y derribo por parte de determinados personajes virtuales que pueblan este extraño mundo que es la red.
Naturalmente, dichos ataques no se producen en los comentarios de este blog. No, eso sería como admitir que lo leen, y eso sí que no ¿verdad?. Prefieren atacar en otros campos.
Claro que independientemente de donde se presente la batalla, el combate siempre es el mismo. Disparan desde detrás de las rocas del anonimato a quien, al firmar con su nombre y apellidos, se ofrece como blanco humano a campo abierto.
Y lo entiendo, créanme. La cobardía es siempre más productiva que el dar la cara.
Mis ideas son mis ideas, y hablo de lo que he visto y vivido, sin inventarme nada. Si alguien no está de acuerdo con la interpretación que yo saco de esos hechos, me parece respetable. Pero atacar a las personas por sus ideas y por sus opiniones me recuerda a otras épocas de este país. Y si encima lo hacen escondidos tras unos seudónimos tan poco imaginativos... en fin, que yo en su lugar me hubiera puesto Zaroff como nick. Aunque quizás a alguno le moleste la referencia cinéfila, igual que les molesta que comente la muerte de Lumet en ese blog amigo.
Internet sigue siendo el refugio perfecto para los cobardes anónimos que no firman sus opiniones con sus nombres. ¿Se avergonzarán de sus opiniones o de sus nombres? ¿O de ambas cosas?
Al menos Jack Ruby disparó a cara descubierta, claro que Oswald estaba agarrado por dos policías. Así es más fácil ¿No?
Amigos míos, intenten agarrarme primero...