El blog desde las vísceras de la indigencia cultural por Daniel León Lacave
lunes, 20 de mayo de 2013
MITOMANÍA: Una enfermedad muy cinematográfica
¿Con qué secuencia de Taxi Driver se quedarían?
Sin duda, hay muchas muy buenas. El "¿me estás hablando a mi?", o la matanza final, o la compra de armas...
Pero creo que hay una en especial, una que normalmente pasa desapercibida que, a mi juicio, es la que mejor define al personaje de Travis.
La recordarán seguro.
Travis está escribiendo una carta a sus padres, y escuchamos en off el contenido del manuscrito.
En él, Travis habla de que tiene una relación sentimental con una chica llamada Betsy, refiriéndose a Cybill Shepherd, que había roto su relación con él, y además les cuenta también que está realizando un trabajo secreto para el gobierno, cuando no era mas que un simple taxista.
Esto, en psiquiatría, se llama Mitomanía.
Es un trastorno de la personalidad que hace que el sujeto tergiverse y modifique la realidad para ajustarla a sus deseos, actuando éste como si sus fantasías fueran la realidad.
En "Los cuatrocientos golpes", creo recordar (corríjanme si me equivoco), el personaje para salvarse de un problema escolar, decía que su madre había fallecido. Con la mentira salía del paso, pero luego se veía obligado a actuar como si su madre hubiera muerto realemente.
Es una patología curiosa, y mas común de lo que pensamos, y para nada es inofensiva.
Funciona como mecanismo de defensa de aquellas personas que no han podido superar determinados traumas de la adolescencia, transformando así unos acontecimientos insulsos, tristes por su intrascendencia, en supuestas situaciones en las que el sujeto se ve a si mismo ante los demás como alguien superior a quien realmente es.
Así, se miente compulsivamente y de forma contradictoria (contradictoria incluso con uno mismo) a lo doblepensar Orwelliano, para tratar de ganar prestigio o aparentar delante de los demás. Y se tiende, y esto es lo mas triste, de rodear la mentira tanto de algunos datos ciertos tergivesados como de una enmarañada red de pequeñas mentiras que den cobertura a la mentira principal.
Con la aparición de Internet y los chats y foros, se ha abierto un ancho campo para los enfermos aquejados de esta patología.
El anonimato virtual, sumado a la distancia desde la que se habla, hace que no tengas que identificarte en cada momento, pudiendo así dar rienda suelta a tus fantasías inventando lo que, en cada ocasión diferente, te convenga para tratar de "ganar" la discusión.
Leyendo un artículo sobre mitomanía e internet el otro día, pude comprobar un dato que hacía ya tiempo había observado.
El mitómano tiende a no responder a los argumentos que se le plantean en los comentarios. Tiende a tratar de ridiculizarlos sin contra argumentarlos, y otro fenómeno importante, suele responder siempre en mayúsculas, signo de su carencia de atención por parte de los demás, de su necesidad patológica de ser el centro de atención, que es lo que, realmente provocó en el pasado esta enfermedad.
También creo, y esto no lo leí en el artículo, sino que lo añado yo, que el mitómano escribe con mayúsculas por alguna obsesión inconsciente relacionada con el tamaño...
En el cine hay varios ejemplos. Vayan por delante películas como "El Adversario" (Nicole García-2002), basada en la novela de Emmanuel Cárrere sobre la persona muy real de Jean Claude Romand.
Romand hizo creer a todo su entorno familiar y amistades que era médico, que trabajaba en la OMS cuando ni siquiera había terminado la carrera de medicina.
Todo a raíz de haber dicho en su momento que había aprobado el examen final cuando realmente no se había presentado a la prueba. Mentira aparentemente inocente que le llevaría años después a asesinar a toda su familia ante el temor a ser descubierto.
Variaciones sobre el mismo tema las encontramos en "La Ventana" (1949- Ted Tetzlaff). o la española "La vida de nadie" (2002. Eduard Cortés).
Otro caso de mitomanía extrema lo encontramos en la historia de Tania Head, joven barcelonesa que se inventó ser una superviviente de las Torres Gemelas, hasta el punto de presidir la asociación de víctimas del atentado, cuando ni siquiera estaba en Nueva York el 11 de Septiembre. No lo hizo por ganar dinero, ya que nunca vio un solo duro. Entonces ¿Por qué lo hizo?
Estos son, naturalmente, casos extremos, pero antes de extremarse, estoy seguro que parecían simples mentiras inofensivas y sin importancia.
Ya saben: "bueno, es que el pobre no está muy bien de la cabeza, mira las cosas que se inventa".