domingo, 26 de mayo de 2013

Hablando con: David Delgado San Ginés

Realizador, productor, guionista, director de fotografía, editor... 20 años tras la cámara... Hablar con David Delgado es hablar con alguien que tiene algo que decir, y no sólo sobre cine.


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-       Una película:  
Imagino que las elecciones emocionales, más que racionales, obedecen a periodos y experiencias concretas de nuestra existencia. Así que voy a hacer trampas, no puede escoger una única obra cinematográfica porque no me ha marcado una primera y única película, esa que normalmente ponen los cineastas como ejemplo para decir “esta es la que me empujó a querer hacer cine, etc.”. Me resulta, al menos a día de hoy, totalmente imposible pensar en una.
 De chico me gustaban las pelis de los hermanos Marx, aunque no sé si las entendía, pero me gustaba ver a esos chiflados correr arriba y abajo diciendo y haciendo tonterías. Hay una película que nunca me dejaron ver en televisión por culpa de los rombos, y que tuve que esperar hasta el inicio de la pubertad para verla: “King Kong” firmada por Merian C. Cooper y Ernest B. Schoedsack, película que me adelanta a las sensaciones sexuales desaforadas, con ese irracional enamoramiento enajenado del gigante, pero también es más, me conecta con algo primitivo, con el inconsciente.  En los cines del barrio me gustaba ver películas del género japonés de desastres y monstruos radioactivos, seguramente malas de solemnidad, pura destrucción y miedo de cartón piedra, el ancestral miedo japonés al desastre natural y al nuevo terror creado por el hombre a partir de las miserables hecatombes nucleares. Un poco más adelante, ya siendo carne cinéfila, me atrapó “La noche del cazador”, la única película dirigida por el actor Charles Laughton, que tuve la gran suerte de ver en pantalla grande gracias a esa sana costumbre que eran las reposiciones. Me pareció una obra fascinante, sutilmente monstruosa al tiempo que poéticamente poderosa en sus imágenes. En la misma tesitura de reposiciones o reestrenos, una gigantesca oda humanista y naturalista: “Dersu Uzala”, de Akira Kurosawa, y un grito ensordecedor sobre el pavor nuclear filmado por Shohei Imamura, “Lluvia negra”. Y en este momento de la mediana edad, sentí algo conmovedor con la suavemente catártica “El bosque del luto” de Naomi Kawase y con el pequeño milagro, ni ficción total ni documental total, que es “Le quattro volte” de Michelangelo Frammartino. Ya está hecha la trampa.

-       Un director:  
Igualmente me resulta injusto elegir a un único director, pero si debo definirme por uno faltando el respeto al puñado de autores que me gustan sobremanera, entonces me quedo con Aki Kaurismäki. Todas sus películas, creo que no llegan a veinte, me parecen magistrales, con su humor negro e inteligente, mayormente silencioso y crítico, demoledor, pero su estilo no es el del poseído por el ego intelectual y artístico, no hay pose artística en Kaurismäki, este es un socarrón de cuidado. Y si me lo permites, y por mi recorrido como aprendiz de fotógrafo, voy a nombrar a dos directores de fotografía por lo que me han aportado: Sven Nykvist por su casi veintena de excelsos trabajos con Bergman y por su única colaboración con el gran Tarkovsky, “Sacrificio”, y el español Luis Cuadrado, con su fotografía de contrastes en los paisajes en blanco y negro de “La caza” de Carlos Saura y la sublime desde todo punto de vista de “El espíritu de la colmena” de Víctor Erice, obra total.el duo Mastroniani como fotme, este es un sacarrero e inteligente, mayormente silencioso y cr las reposiciones.

-       Un actor: 
 Lo mismo digo, elegir sólo uno se me hace extraño, pero tengo un cariño especial por el tándem Marcello Mastroianni-Massimo Troisi en “Splendor” y “Che ora è”, ambas de Ettore Scola. Mastroianni era un monstruo absoluto, imposible no quererle. Y Troisi me embriaga en esas películas con su aspecto de hombre algo frágil, extraviado y soñador. Y en “ Il Postino”, su última película y gesto en este mundo, está genial.

-       Una actriz: 
 Me vuelvo a repetir, cuesta escoger sólo una, pero me decanto por una actriz que sólo recuerdo haber visto en las películas de su marido Aki Kaurismäki, una mujer de expresividad seca, estoica, imagino que por guion, Kati Outinen, acompañada siempre por una galería de personajes desheredados pero sin alarmismos.

-       Un papel que te hubiera gustado hacer a ti: 
Ninguno. No me gusta pensarme como actor, que me parece uno de los oficios artísticos más complejos, difíciles y complicados. Por añadidura, cuando un “no actor” hace un buen papel me asombra y emociona. Actuar bien es difícil, y dirigir actores también, yo no sé hacer ninguna de esas dos cosas.

-       Tu escena más difícil:
 En el cine, como en la vida, casi todo me resulta difícil, aunque sólo haya rodado cortitos y un largo documental casi minimalista. He tenido, como autor y como colaborador, momentos muy malos (también buenos) no sé si más difíciles o más desagradables, y en esos momentos lo que hay que hacer es respirar, calmarse y ver cómo solucionar las cosas. Sé de buena tinta que algunos rodajes pueden restar salud a la gente. Por eso en mis trabajos no se me apetece complicarme demasiado, no tengo un espíritu ni un físico a prueba de bomba, la paciencia vital tienen un límite, no me gusta en la creatividad el masoquismo ni la aparatosidad, me hacer sentirme incómodo. Quizás esto denote falta de ambición por mi parte.
Desde el punto de vista más interno del cine, de las cosas más o menos complejas de los trabajos en que he participado, quizá lo más difícil sea alguno de esos momentos dramáticos o trascendentes donde un actor o actriz tiene que hacer algo delicado, como llorar de verdad, y lo puedes estropear fácilmente con una luz inapropiada, un mal encuadre o posición de cámara o una mala dirección. Hacer cine, chico o grande, pobre o rico, sencillo o aparatoso no es cosa fácil, son demasiados detalles a tener en cuenta. Si no, miremos lo que le pasó a Tarkovski al final de un rodaje, cuando se le estropeó la cámara en mitad de un plano secuencia, desde un trávelin y mientras ardía, envuelta en auténticas llamas, la casa de la película.

-       ¿Qué no harías en una película?: 
No mataría ni maltrataría animales. Tampoco me gusta aprovecharme de la gente o tratarlos como a cosas, o pensar que están ahí sólo para hacer realidad mis únicos deseos o delirios.
  Y luego está el tema de los niños, es muy delicado. Me fastidia ver como en algunos trabajos, cine y publicidad, se les exprime, o cómo le hacen decir o hacer cosas estúpidas. Tampoco me interesa para nada pensar en hacer cosas para un mercado. Tengo ciertas dificultades para encarar la vida desde ese punto de vista, nunca he sido muy pragmático ni materialista, aunque lo haya intentado por épocas.

-       ¿Qué echas de menos ahora en comparación con tus primeros trabajos?:
 Como responsable de obra propia seguramente nada, ya que empecé ayer. Y de mi actividad como colaborador de equipo en la cámara seguramente ciertas ganas de hacer cualquier cosa, de acometer todos los estilos. Aunque tampoco es que lo eche de menos, ya no se me apetece meterme en todo, me he cansado un poco, esa es la verdad, haces trabajos de toda índole durante años, en algo que se supone que te gusta y disfrutas, pero vas perdiendo poco a poco cierto interés. Algunas cosas, a la larga, pueden llegar a saturar, a cansar. Mejor tomarse la vida con tranquilidad.

-       Un libro: 
Rescatar uno me resulta imposible. Hay libros que te marcan misteriosamente. Como recordatorio de varias épocas de mi decurso me quedo con “El extranjero” de Albert Camus, “Niebla” de Unamuno, “El lobo estepario” de Herman Hesse, “Los vagabundos del dharma” de Jack Kerouac,”Memorias de Adriano” de Marguerite Yourcenar o “Meditaciones” de Marco Aurelio.

-       Un personaje histórico: 
Uno no puedo, mejor dos, Gandhi y Sócrates, un complejo pacifismo activista por un lado y un reflejo de correcta y coherente actitud moral y humana hasta el final por el otro.

-       Un plato de cocina: 
Todas las variantes que permitan las verduras y legumbres. He descubierto sabores inimaginables y escondidos en platos que no se basan sólo en carnes. Pero no soy buen cocinero.

-       Versión original o versión doblada:
 Es un tema muy cansino. A mí me gusta oír la voz propia incluso del peor de los actores o de uno que pasaba por allí y preguntó la hora o habló del tiempo. Pero en eso no soy un dogmático recalcitrante, no me gusta la imposición de los fascismos.

-       ¿Qué es lo que más te gusta de hacer cine?:
 Si lo que hago se puede definir como hacer cine, o aun no siéndolo, diría que entrar en un territorio misterioso, me parece como explorar en una jungla o en un territorio desconocido para mí. Concibo esto como un concepto de conocimiento personal y de creatividad o necesidad de una comunicación artística, filosófica, moral, etc.
Cuando fotografío para otros creadores me gusta la posibilidad de que me dejen cierto espacio de libertad para seguir explorando desde las ideas del otro. Si no me dejan ese espacio de libertad creativa me siento decepcionado y frustrado.
En lo personal, lo poco que he hecho y hago no son más que experimentos y pruebas, ensayo y error, modestos ejercicios para ayudarme a vivir y entender mi existencia y el mundo. Hacer estas cosas me ahorra ir a terapias con un psicólogo, un psiquiatra o un gurú. Lo que practico me interesa como disciplina de conocimiento al tiempo que como ente artístico. Me gusta hacer este pequeño e indigente cine personal, estas pequeñas piezas de ensayo y error, de una manera simple; una cámara decente y un juego de microfonía es suficiente para mí. En ese sentido he ido involucionando. Preferir las cosas pequeñas con equipos reducidos, por un lado es por convicción y, por otro lado, por necesidad o realismo material, aunque uno siempre quiere mejorar un poco ese lado material para expresar mejor sus ideas. Es una majadería que el cine dependa tanto de la técnica, de tantas herramientas tecnológicas, de tantos conocimientos, pero esa es su naturaleza, ya nació así. Imagino que todo en la vida requiere una combinación de conocimiento y técnica instrumental guiada por talento o por simples ganas, o simplemente por seca profesionalidad. Pero creo que en el cine se exagera esa necesidad de creatividad y técnica.

yo tioca intentar ser mejores, no para competir sino para cohesionar  putada que el cine dependa tanto de la ta verdad.
-       ¿Y lo que menos te gusta?: 
    De lo que he hecho como colaborador me abruma un poco las cosas con mil ángulos de cámara y mil toques de luz para contar una misma cosa. En el cine, hasta en el más pequeño, es fácil caer en el uso y abuso de todo tipo de cacharros en pos de un conjunto de imágenes lo más rompedoras o llamativas posible. Es para mí como una dislocación técnica que termina dislocando también la narrativa. Pero es mi apreciación, no la verdad. Me cuesta compartir esa otra naturaleza materialista del cine. No es ese mi juego, pero la naturaleza del cine da para todos, para dar a cada uno lo suyo, y yo en lo personal exploro el territorio que me interesa y cómo me interesa. Tampoco me gusta ser un simple ejecutor, me hace sentirme muy frustrado y hasta me encabrona, necesito creer e identificarme de alguna manera con lo que quiere contar o expresar la otra mente creativa. También me disgusta no poder pagar a la gente por sus colaboraciones, quizás por eso no diseño cosas complejas y que se alarguen en días interminables, semanas, etc.; el trabajo y el tiempo de la gente, para mí, es sagrado, y disponer de ese tiempo sin poder gratificarles en algo se me hace muy complicado de digerir. Si puedo disponer de algún dinero para pagar aunque sea simbólicamente a los pocos colaboradores mejor que mejor, y si no, pues surge un gran dilema. Quizás por eso hago pocas cosas. Ojalá no existiera el dinero, sino el intercambio de cosas, alimentos, ropa, alojamiento, cariño, qué sé yo, intercambio de conocimientos y cosas así, un poco de todo. Vamos, pura e infantil utopía, o más aún, imposibilidad, no realismo. Lo tengo crudo, porque además no tengo espíritu de productor empresario y propiciador de ayudas y otras financiaciones y, sinceramente, no creo que lo que yo quiero hacer, si es que quiero o estoy capacitado para hacer algo, interese a algún financiador, y mucho menos a los que se deben, mayormente, a un mercado concreto. Y las nuevas formas de financiación colectiva por internet, etc., aunque me parece una fórmula digna, tampoco me veo capaz de levantarlas, reconozco que soy un completo inútil cuando se trata de hablar o de pensar con capital de por medio.

-       Comenta lo que quieras a modo de despedida: 
      seamos buena gente, no impongamos vainas y malos rollos a los demás. Ya esta vida se expresa de manera patética con el sistema de las cosas que hemos creado, con esa caída de los valores humanos y esa desconfianza hacia el otro. Así que sólo toca intentar ser mejores, no para competir sino para cohesionar a la humanidad con todas sus diferencias y matices. Gracias por permitirme hablar un poco sobre todo.

¡¡¡Gracias a ti, amigo, por acceder a esta entrevista, y por tus respuestas!!!