Durante mi cada vez mas lejana infancia, recuerdo que mi madre solía viajar con frecuencia a Madrid por aquello de negociar convenios y cosas de ese estilo.
Hay que recordar que en esa época, finales de los 70 y principio de los 80, nuestras islas estaban mas lejos del continente de lo que ahora están. Viajar a la capital era una cosa excepcional, y los mercados peninsulares e isleños eran muy diferentes entre si.
Quiero decir que en Madrid podías encontrar cosas, libros, cómics que aquí no llegaban. Luego todo eso cambió, pero esa es otra historia.
Bueno, a lo que iba.
Cuando mi madre regresaba de esos viajes solía hacerlo cargada de cómics para regalárnoslos a mi hermano y a mi, ejemplares que en las librerías canarias era imposible conseguir.
El caso es que los conseguía en una librería especializada que se llamaba "El Aventurero", que descubrió por casualidad mientras paseaba por una de esas calles aledañas a la Plaza Mayor de Madrid.
Para mi infantil imaginación, aquella librería de la que mi madre nos hablaba, era un lugar inmenso y mágico donde se encontraban todos, absolutamente todos los cómics del mundo. Los ya dibujados, los que aún estaban por dibujar, los que nunca se dibujaron pero ojalá que sí...
Luego, con los años, como bien digo, las islas se acercaron a la península. Descuentos de residentes (ay ay), vuelos baratos etc etc, y no fue hasta el año 1996 que realicé mis primeros viajes a Barcelona y Madrid.
Y una de las primeras cosas que hice al llegar por primera vez a la capital del reino fue acercarme a conocer ese camelot de mi infancia que era la librería "El Aventurero".
Haciendo esquina a la salida de la Plaza Mayor resultó ser una minúscula tiendita no mucho mayor que el salón de mi casa. Eso sí, tenía una escalera que te trasportaba al piso superior donde, sí, estaban todos los cómics del mundo.
Y desde aquel ya lejano año, nunca he dejado de visitar ese santuario de mi infancia cada vez que he viajado a Madrid y casi nunca he dejado de comprar algo allí, aunque sólo fuera por homenajear mi niñez.
Pero... esta semana pasada estuve en Madrid y me dispuse a seguir mi ritual tradicional; pasear por El Retiro, visitar la Fnac, café en Starbucks, cena en la calle Hatzemburg, y cuando llegué a la puerta de "El Aventurero" me encontré con que el letrero había cambiado, y que ya no había cómics en el escaparate.
No. Ahora había allí muñequitos de gitanas y toreros, banderitas de España, souvenirs de La Cibeles (que ya ni se pueden poner encima de la tele, que ahora son todas planas) y camisas de ésas de alguien que me quiere mucho estuvo en Madrid y me trajo esta camiseta.
El letrero rezaba "Hola Madrid- souvenirs"...
Supongo que es ley de vida. ¿Quién querría vender el último de Tardi o Bernet, pudiendo vender como churros Osos y Madroños de 15 centímetros a los turistas?
Normal...
Es como los cines que se convirtieron en bingos, y luego esos bingos en Mercadonas...
No pasa nada. Aún quedan otras librerías especializadas en Madrid, en Barcelona, y siempre nos quedará comprar por internet.
Sí, no pasa nada.
Sólo es un trocito de mi infancia perdido entre gitanas y toreros.