sábado, 9 de abril de 2011

El Sueño de Cocteau



EL CINE SÓLO SE CONVERTIRÁ EN UN VERDADERO ARTE CUANDO SUS MATERIALES SEAN TAN BARATOS COMO EL LÁPIZ Y EL PAPEL. Jean Cocteu. 




   Antes, mucho antes de que me planteara coger una cámara para contar historias, mi necesidad de narrar  se plasmaba en viñetas, éstas que muestro aquí. Era sencillo, realmente sencillo. Una lámina din A3, lápiz, tinta china, acuarelas y todo el tiempo del mundo. Hubo muchas noches que el amanecer me sorprendía inclinado sobre la mesa de dibujo.
   Y lo mejor, no había límites a la creatividad. Podía hablar de lo que quisiera, y por el mismo precio, con los mimos costes, situar mi historia dónde y cuando quisiera. No había cortapisas. Si quería que un dinosaurio se comiese un helicóptero, no tenía más que dibujarlo.









Curiosamente, el cómic me llevó al cine. Cuando mi historieta Autorretrato obtuvo aquel premio, muchos de los que la leyeron me comentaban que se podría convertir en un buen corto. Y me puse manos a la obra, sin saber dónde me estaba metiendo realmente.


   Hoy, diez años después, siento que el cine me ha coartado toda aquella libertad creativa. 
   Es cierto que las nuevas tecnologías, el desarrollo del digital, han abaratado los costes a la hora de afrontar una producción cinematográfica. La prueba la tenemos en que en Canarias, antes de la aparición de las cámaras digitales, se rodaban a lo sumo seis o siete cortos al año. Hoy en día se ruedan sesenta o setenta.
   A pesar de todo, sigue resultando caro hacer cine, o al menos, hacer cine con cierto criterio y rigor. Maquinaria, factor humano, alimentación, cintas, dvds, post producción y un largo etcétera que seguro que todos conocen. Por no hablar de las dificultades de producción. Si sientes la necesidad de contar una historia ambientada en la edad media, o en la guerra civil, ya puedes ir preparando el talonario para conseguir que tu trabajo sea creíble.
   






   En la realidad en la que trabajamos hoy en día en Canarias, el nivel al que nos movemos, resulta casi imposible (o extremadamente caro) que tu dinosaurio se coma aquel helicóptero en pantalla.


  Hay otro enfoque en todo esto. Más allá de la cuestión económica, en el terreno personal y emocional, era mucho más reconfortante y sosegada aquella época de tinta china y acuarela.
   El factor dinero no intervenía, por lo que no existían malos rollos, ni iluminattis, ni preferittis, a nadie se le hacía pasillo desde ninguna administración. 
   No tenía que vomitar cada vez que asistía a una reunión o certamen...
   Tal vez sea hora de volver a la tinta china...