jueves, 29 de julio de 2021

El Pequeño Milagro

 


Cada cortometraje que hacemos, por pequeño que sea, por insignificante que resulte, por poco éxito que tenga en el circuito, por muy desapercibido que pase, es un pequeño gran milagro.

Los seres humanos tenemos desde la prehistoria esa mágica capacidad de contar historias, inventadas, reales, alteradas, en pintura, en narración oral, escritas.

El arte sobrevive a cualquier catástrofe. Los presos de Auswitchz se jugaban la vida para conseguir papel y carboncillo para poder dibujar. Ana Frank escribía su diario mientras se encaminaba a un destino fatal.

Por todo eso me resulta incomprensible que las administraciones, cada vez que hay crisis, empiecen sus recortes por cultura, como si fuera algo secundario, cuando es tan importante como comer.

Algunos necesitamos crear y contar historias lo mismo que respirar.

La semana pasada estrenamos en el Museo Elder de Las Palmas cinco cortometrajes, cinco pequeños milagros realizados sin mas pretensiones que la de contar una historia.

Y llenamos la sala a pesar de las restricciones sanitarias y el miedo a la pandemia. 

Quizás eso quiera decir que la gente necesita que le cuenten historias constantemente. O quizás no signifique nada. Yo qué sé.

Lo cierto es que esos cinco cortos pasarán sin pena ni gloria a engrosar la larga lista de cortos vistos y olvidados.

También la semana anterior estuvimos grabando unos planos recursos para un cortito. En la calle con nuestra cámara, sacando planitos. 

Después grabamos un mini corto express de un amigo para ese festival de a Toda Costa, que gracias a que está organizado por el Ayuntamiento, pudimos sacar las cámaras y la pértiga a la calle sin que la policía nos echara de allí como agua sucia, como siempre.

¿Rodando sin permiso en la calle? Buah...

Y a finales de semana rodamos unas imágenes por encargo para un documental de una productora de Tenerife.

Todo lo que grabamos, recursos, cortos, documental, todo, contaba una historia a su modo.

Al mismo tiempo, en Maspalomas, la élite cultural oficial daba charlas, masterclasses, se reunía en coffebreaks y un montón de actividades que les proporcionará un buen pellizquito, pero que nada o casi nada tienen de contar una historia.

Con lo fácil que es coger tu cámara y tu pértiga y salir a tirar planos y rodar un corto, no entiendo como a algunos se les pasan los años sin rodar un cortometraje, sin contar una historia, pero al mismo tiempo cobran por dar charlas y cursos sobre como hacerlo.

Cada vez entiendo menos.


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