La estética que quise darle a "La Chica Bonita"
Muchos son los guiones y proyectos que, por hache o por be, se han quedado por el camino.
Algunos resisten aún al invasor papiltando en la carpeta "guiones" del disco duro, esperando su momento que quizás nunca llegue.
Pero hay uno en especial que aún de vez en cuando me pincha el ánimo, porque sé que lo más probable es que ya nunca se ruede.
Y hay una historia larga y extraña que daría para un "No making of" o "como nunca se rodó La Chica Bonita".
La historia arranca hace muchos años, cuando el cineasta David Delgado San Ginés concibió este guión.
David nunca llegó a materializarlo y el guión quedó mecanografiado en sus archivos personales.
Andando el tiempo, en un bareto o antro de mala muerte de la calle Sagasta, entre birra y birra, David me contó el guión.
Por motivos personales y familiares que paso de contarles, la historia me cautivó desde el principio, y le pedí a David que me dejara dirigir su historia, y también que me permitiera cambiar la época en la que se desarrollaba, ambientándola en los años 20 o 30.
En cierta ocasión, David me comentó que creía que el haber tratado de llevarme su historia a mi terreno (cine de época) fue lo que quizás truncó su realización. No lo sé, tal vez sea así.
Lo cierto es que mi versión del proyecto se presentó a la convocatoria de ayudas y recibió una patada en el ojete.
Así todo, decidido a rodarla por mi cuenta, puse en marcha la maquinaria de prepoducción del tema.
¿Por qué no se rodó? Pues porque cambios en mi situación personal y emocional me empujó de pronto a otro proyecto, curiosamente también cine de época: Los pechos de Paula.
Así, mi Chica Bonita años 20 se quedó en nada, sustituida por Paula y su bebé, que se comieron el presupuesto que yo tenía destinado para ella.
A veces siento que los personajes de mis cortos no rodados me reprochan algo...
Al año siguiente, David retomó el proyecto, regresando a su versión inicial y lo presentó de nuevo a las ayudas.
En esta ocasión quedó como primer reserva, dejando abierta la posibilidad de rodarla si alguien de los agraciados renunciaba a su subvención.
Curiosamente fue lo que sucedió. Uno de los proyectos no pudo rodarse dentro del plazo previsto y solicitó una prórroga. Prórroga que no sirvió de nada ya que finalmente su productora renunció.
¿Se rodó entonces La Chica Bonita? Pues no. No me pregunten por qué... Bueno, pregúntenme por qué... "¿por qué?". Ni pajolera idea. Lo cierto es que nadie en Canarias Cultura en Red gestionó el proyecto en reserva, y nuevamente La Chica Bonita tendría que esperar a tiempos mejores.
Años mas tarde, David Delgado reescribió de nuevo el guión y la nueva versión, ahora bajo el nombre de Oxímoros, ganó el premio al guión canario en el certamen de Ibértigo,
Lamentablemente, no obtuvo el premio principal al mejor guión, lo cual hubiera significado, por fin, su rodaje.
Sé que David después estuvo un tiempo dándole vueltas a la psoibilidad de llevar a cabo su realización por su cuenta, aunque creo que finalmente ha aparcado el proyecto.
Y ahí sigue. Un guión maldito, que hemos intentado rodar varias veces, que nunca ha llegado a puerto, y que seguirá, al menos a mi, martilleándome la cabeza de vez en cuando.
Estoy convencido que podría haber sido una gran cortometraje en cualquiera de sus versiones y reescrituras.
Lástima ¿verdad?
El blog desde las vísceras de la indigencia cultural por Daniel León Lacave
martes, 30 de octubre de 2012
jueves, 11 de octubre de 2012
La Escuela de Actores y el Observatorio Cultural.
En los últimos días hemos leído y escuchado el problema que amenaza a la Escuela de Actores de Canarias.
No voy a reproducir aquí la nota ésa que circula por internet, ya que entiendo que todo dios la ha leído ya en facebook, y no es cuestión de ocupar el ciberespacio con más de lo mismo.
Pero vamos, en resumen, el problema es, como no, presupuestario.
Por lo visto, los recortes se han pasado por la piedra un 40 % del dinero destinado a la Escuela, lo cuál, y de facto, significa imposibilitar el normal desarrollo docente del centro.
Sé de primera mano que hay profesores que llevaban meses sin cobrar su sueldo. Meses, nada grave, a menos que tengas la absurda costumbre de comer todos los días. Costumbre en desuso por otra parte.
Y aquí el debate excede ya los límites de subvenciones sí, subvenciones no, porque ya no estamos hablando de "darle dinero a unos tipos para que rueden sus cortos".
No. Esto ataca directamente a la base, a la línea de flotación. Ataca a la formación, a la educación, al origen.
Y es un desprecio en toda regla por parte de las administraciones, menoscabando la importancia de unas enseñanzas artísticas que parecen considerar de segunda categoría.
Eso sí.
Lo que sí que van a hacer es crear ¿cómo era? ah sí, un Observatorio Cultural, formado por vete tú a saber quién, para no sé que demonios de registrar y observar, nunca canalizar, el desarrollo cultural de nuestro archipiélago.
Cojonudo. Más canapés para los amigos y cuñados que bien remunerados no han visto nada que se parezca de lejos a un teatro o a un set de rodaje. Plas plas plas aplaudamos todos.
Para eso sí hay dinero... para crear cultura no, pero para observarla sí...
Pues nada. Observen, observen.
Se cargaron el Festivalito, ahora van a por la Escuela de Actores, que ha sido la fuente que ha regado los campos culturales canarios, aportando el talento que de otra forma, tendría que haber emigrado a tierras más frías.
¿Qué será lo próximo? ¿acabarán con el festival de Cine de Las Palmas?
Pues nada. Viva el Observatorio. Sigan así, que pronto no quedará nada que observar.
miércoles, 10 de octubre de 2012
¿Y si nos estamos equivocando?
Ayer subí esta foto a mi muro de Facebook.
En seguidita se petó de "me gusta(s)".
Normal. La foto es mas tierna que el queso tierno.
Pero me hizo pensar...
¿Saben esa canción de El Arrebato que dice algo parecido a "nunca tengo un duro y cuando lo tengo me lo gasto en una guitarra nueva"? ¿saben cuál les digo?
Pues ésa es la historia de mi vida. Sé que nunca reformaré el baño de mi casa, que se está cayendo a cachos. Sé que nunca cambiaré las ventanas de madera que se están picando por otras de aluminio.
Y lo sé porque cada vez que entra un poco de dinero en mi bolsillo corro como un desequilibrado a gastármelo en un cortometraje.
Y lo hago consciente de que ese dinero no va a volver vía premios de festivales, ni nada por el estilo, pero parece no importarme.
Carne de psiquiatra, ya les digo.
Pero bueno, allá cada uno con su vida. Si te la quieres machacar con dos piedras es problema tuyo y de nadie más.
El suicidio no es un delito que yo sepa.
Pero... ¿la inducción al suicidio?
Supongo que a todos los que somos padres se nos cae la baba si vemos que nuestro hijo es un remake 2.0 de nostros mismos.
Queremos, inconscientemente (o no), que siga nuestros pasos, que comparta nuestros gustos y nuestras pasiones.
Más aún. Proyecatmos nuestras frustraciones en ellos, con la esperanza de que ellos lleguen allí donde tú no has llegado, tomándole la revancha a la vida.
Pero... ¿y si nos estamos equivocando?
Los "artistas" (?), desde siempre, no sólo ahora con la crisis, se han muerto de hambre en todas las épocas y facetas.
Realmente, si yo pudiera volver atrás, aprendería algún trabajo como poner suelos, refilar paredes, echar techos, arreglar cañerías y enchufes, y no tocaría una cámara en mi puta vida.
Pues si lo tengo tan claro ¿A que viene esa baba que se sigue cayendo de mi boca cada vez que mi hijo de seis años habla de Tim Burton, o de lo que es un FlashBack, o maneja conceptos como plano-contraplano?
¿Por qué?
¿Algún psiquiatra en la sala?
En seguidita se petó de "me gusta(s)".
Normal. La foto es mas tierna que el queso tierno.
Pero me hizo pensar...
¿Saben esa canción de El Arrebato que dice algo parecido a "nunca tengo un duro y cuando lo tengo me lo gasto en una guitarra nueva"? ¿saben cuál les digo?
Pues ésa es la historia de mi vida. Sé que nunca reformaré el baño de mi casa, que se está cayendo a cachos. Sé que nunca cambiaré las ventanas de madera que se están picando por otras de aluminio.
Y lo sé porque cada vez que entra un poco de dinero en mi bolsillo corro como un desequilibrado a gastármelo en un cortometraje.
Y lo hago consciente de que ese dinero no va a volver vía premios de festivales, ni nada por el estilo, pero parece no importarme.
Carne de psiquiatra, ya les digo.
Pero bueno, allá cada uno con su vida. Si te la quieres machacar con dos piedras es problema tuyo y de nadie más.
El suicidio no es un delito que yo sepa.
Pero... ¿la inducción al suicidio?
Supongo que a todos los que somos padres se nos cae la baba si vemos que nuestro hijo es un remake 2.0 de nostros mismos.
Queremos, inconscientemente (o no), que siga nuestros pasos, que comparta nuestros gustos y nuestras pasiones.
Más aún. Proyecatmos nuestras frustraciones en ellos, con la esperanza de que ellos lleguen allí donde tú no has llegado, tomándole la revancha a la vida.
Pero... ¿y si nos estamos equivocando?
Los "artistas" (?), desde siempre, no sólo ahora con la crisis, se han muerto de hambre en todas las épocas y facetas.
Realmente, si yo pudiera volver atrás, aprendería algún trabajo como poner suelos, refilar paredes, echar techos, arreglar cañerías y enchufes, y no tocaría una cámara en mi puta vida.
Pues si lo tengo tan claro ¿A que viene esa baba que se sigue cayendo de mi boca cada vez que mi hijo de seis años habla de Tim Burton, o de lo que es un FlashBack, o maneja conceptos como plano-contraplano?
¿Por qué?
¿Algún psiquiatra en la sala?
martes, 9 de octubre de 2012
La nostalgia inevitable
Cuenta conmigo (Rob Reiner 1986)
Cuando uno se acerca peligrosamente a los cuarenta, es fácil mirar atrás y hacer recuento de daños. ("recuento de daños Sr. Murdock" que decía el Capitán Smith)
Nada puedes cambiar, y por eso la nostalgia se adueña de los momentos intensos (buenos y malos) de tu vida, congelándolos en tu retina emocional.
Y si tienes cierto espíritu creativo, la película está servida.
El cine nos ha brindado grandes títulos dentro de estas constantes: "American Grafitti" (George Lucas 1973), "Adios a la inocencia" (Richard Benjamin 1984), "Verano del 42" (Robert Mulligan 1971), "Cuenta conmigo" (Rob Reiner 1986) y un largo etcétera en los que sus creadores se abandonaron al estéril ejercicio de plamar sus recuerdos de juventud de forma mas o menos autobiográfica.
Supongo que influirá bastante el contexto histórico en el que viviste tu juventud. Si tenías veinte años cuando la guerra civil, o la Transición, pues lo tienes más a huevo...
American Graffitti
Inevitable, como digo.
Y es que de los veinte a los treinta es la época mas cojonuda de la vida, empiezas a disfrutar de una libertad que hasta ahora no habías conocido, y empiezas a vivir en un mundo que te parece que está ahí sólo y únicamente por y para ti.
Ay pero se pasa volando. Se escapa de las manos como el agua entre los dedos.
Y un buen día, de pronto, abres un ábum de fotos y te quedas helado.
¿quién coño es ese tipo joven, sin barriga, sin canas ni entradas, con esos aires de "háganse a un lado que aquí estoy yo", que me observa con mirada inalterable desde esas páginas?
Y tratas de recordar lo que pensabas y lo que sentías en cada uno de los momentos que corresponden a cada fotografía. Cuesta un poco, pero cuando lo consigues no debes dejarlo escapar. Ponlo por escrito o volverá a desaparecer hasta que el próximo virus nostálgico te invada el organismo.
Y ya que lo tienes escrito ¿por qué no rodarlo?
Bueno, es dificil, no se crean. Ambientar la ciudad, sus calles, sus habitantes y sus coches a principios de los Noventa. Lo más fácil es casi que las actrices se peinen con "la ola" si es a finales de los Ochenta, o con el flequillo recto aquel de Brenda en Sensación de Vivir si ya te metes en los Noventa... pero todo lo demás es sumamente complicado (léase caro).
En nuestra filmografía canaria, ha habido algún intento no muy acertado de algo parecido, pero, a mi juicio, estas historias no pueden ser rodadas por veinteañeros para los que la nostalgia es aún un ejercicio imposible. No se puede echar de menos lo que está sucediendo aquí y ahora... ¿no?.
Bueno, cada uno en su estilo.
Si yo rodara algo así, caería sin duda en la auto trampa de la música con la conviví a los veinte años. Música de orquestas, de verbenas, ayer encontré la flor que tú me diste...
Mostraría la Cultura del maletero, que no era otra cosa que el actual botellón en los coches aparcados...
...pero también me gustaría mostrar algo más que un facilón ejercicio de nostalgia.
El cine, cuando se acerca al cosmos de la juventud. tiende a irse a los extremos. O bien asistimos a la exageración de una mirada a la juventud de clase alta, a sus vicios, al nihilismo y hedonismo de una generación que lo tiene todo, como es el caso de "Historias del Kronen" (Montxo Armendáriz 1995), o bien nos vamos al otro extremo, como en el "Barrio" (1998) de León de Aranoa, mostrando a la juventud de las clases bajas ante sus problemática social y económica.
Historias del Kronen
Bien, pero ¿Y la película sobre la juventud de clase media? Supongo que se habrá hecho ya, pero también intuyo que es más espectacular el irte a los extremos. Hay mas caldo de cultivo para dotar de situaciones atractivas un guión plasmando los excesos de la clase alta, o la ley de la selva de las clases marginales, que si nos ponemos a hablar de una juventud aparentemente sin conflicto social.
Pero para mi es un error, ya que si queremos realmente retratar fielmente a la juventud, la gran mayoría de jóvenes pertenecen a este espectro social, y es aquí donde encontraremos las preguntas adecuadas.
Claro que es más espectacular vestirte de Larry Clark y vomitar basura tipo "Kids" (1995), y filmar drogas, palizas, marginalidad etc etc, que filmar al joven que no termina sus estudios, que se va a la mili, que cuando sale no sabe en que trabajar...
Pero uno es la realidad, y lo otro es la exageración sesgada y sacada deliberadamente fuera de contexto.
No sé lo que preferirán ustedes ver. Yo, al menos, lo tengo claro.
Cuando uno se acerca peligrosamente a los cuarenta, es fácil mirar atrás y hacer recuento de daños. ("recuento de daños Sr. Murdock" que decía el Capitán Smith)
Nada puedes cambiar, y por eso la nostalgia se adueña de los momentos intensos (buenos y malos) de tu vida, congelándolos en tu retina emocional.
Y si tienes cierto espíritu creativo, la película está servida.
El cine nos ha brindado grandes títulos dentro de estas constantes: "American Grafitti" (George Lucas 1973), "Adios a la inocencia" (Richard Benjamin 1984), "Verano del 42" (Robert Mulligan 1971), "Cuenta conmigo" (Rob Reiner 1986) y un largo etcétera en los que sus creadores se abandonaron al estéril ejercicio de plamar sus recuerdos de juventud de forma mas o menos autobiográfica.
Supongo que influirá bastante el contexto histórico en el que viviste tu juventud. Si tenías veinte años cuando la guerra civil, o la Transición, pues lo tienes más a huevo...
American Graffitti
Inevitable, como digo.
Y es que de los veinte a los treinta es la época mas cojonuda de la vida, empiezas a disfrutar de una libertad que hasta ahora no habías conocido, y empiezas a vivir en un mundo que te parece que está ahí sólo y únicamente por y para ti.
Ay pero se pasa volando. Se escapa de las manos como el agua entre los dedos.
Y un buen día, de pronto, abres un ábum de fotos y te quedas helado.
¿quién coño es ese tipo joven, sin barriga, sin canas ni entradas, con esos aires de "háganse a un lado que aquí estoy yo", que me observa con mirada inalterable desde esas páginas?
Y tratas de recordar lo que pensabas y lo que sentías en cada uno de los momentos que corresponden a cada fotografía. Cuesta un poco, pero cuando lo consigues no debes dejarlo escapar. Ponlo por escrito o volverá a desaparecer hasta que el próximo virus nostálgico te invada el organismo.
Y ya que lo tienes escrito ¿por qué no rodarlo?
Bueno, es dificil, no se crean. Ambientar la ciudad, sus calles, sus habitantes y sus coches a principios de los Noventa. Lo más fácil es casi que las actrices se peinen con "la ola" si es a finales de los Ochenta, o con el flequillo recto aquel de Brenda en Sensación de Vivir si ya te metes en los Noventa... pero todo lo demás es sumamente complicado (léase caro).
En nuestra filmografía canaria, ha habido algún intento no muy acertado de algo parecido, pero, a mi juicio, estas historias no pueden ser rodadas por veinteañeros para los que la nostalgia es aún un ejercicio imposible. No se puede echar de menos lo que está sucediendo aquí y ahora... ¿no?.
Bueno, cada uno en su estilo.
Si yo rodara algo así, caería sin duda en la auto trampa de la música con la conviví a los veinte años. Música de orquestas, de verbenas, ayer encontré la flor que tú me diste...
Mostraría la Cultura del maletero, que no era otra cosa que el actual botellón en los coches aparcados...
...pero también me gustaría mostrar algo más que un facilón ejercicio de nostalgia.
El cine, cuando se acerca al cosmos de la juventud. tiende a irse a los extremos. O bien asistimos a la exageración de una mirada a la juventud de clase alta, a sus vicios, al nihilismo y hedonismo de una generación que lo tiene todo, como es el caso de "Historias del Kronen" (Montxo Armendáriz 1995), o bien nos vamos al otro extremo, como en el "Barrio" (1998) de León de Aranoa, mostrando a la juventud de las clases bajas ante sus problemática social y económica.
Historias del Kronen
Bien, pero ¿Y la película sobre la juventud de clase media? Supongo que se habrá hecho ya, pero también intuyo que es más espectacular el irte a los extremos. Hay mas caldo de cultivo para dotar de situaciones atractivas un guión plasmando los excesos de la clase alta, o la ley de la selva de las clases marginales, que si nos ponemos a hablar de una juventud aparentemente sin conflicto social.
Pero para mi es un error, ya que si queremos realmente retratar fielmente a la juventud, la gran mayoría de jóvenes pertenecen a este espectro social, y es aquí donde encontraremos las preguntas adecuadas.
Claro que es más espectacular vestirte de Larry Clark y vomitar basura tipo "Kids" (1995), y filmar drogas, palizas, marginalidad etc etc, que filmar al joven que no termina sus estudios, que se va a la mili, que cuando sale no sabe en que trabajar...
Pero uno es la realidad, y lo otro es la exageración sesgada y sacada deliberadamente fuera de contexto.
No sé lo que preferirán ustedes ver. Yo, al menos, lo tengo claro.
viernes, 5 de octubre de 2012
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