lunes, 23 de marzo de 2020

Atentado, de Roberto Chinet. Alégrame el día.


A veces el Cine Canario te da alguna que otra alegría.
Son pocas, la verdad. La mayor parte de las veces suele darte vergüenza ajena, o tristeza, o en su mayoría una rabia que no te cuento.

Pero este no ha sido el caso, mira tú por donde.
Hoy, por cortesía de su director, he tenido la oportunidad de ver en privado "Atentado", el último trabajo del realizador tinerfeño Roberto Chinet.

Chinet, que ya hace dos años dio muestras de su talento y su capacidad narrativa en aquella pequeña joya que fue "El Gigante y la Sirena", ha vuelto a hacerlo.
Un trabajo íntimo, pequeño, una pequeña y preciosa pieza de orfebrería perfectamente ensamblada.

De entrada, su título constituye toda una declaración de intenciones por sí mismo.
"Atentado" trata sobre un atentado. No quiere jugar con nadie ni engañar a nadie, sin trampas narrativas, y aunque sí que es verdad que en un momento dado se juega al despiste,  este "despiste" está totalmente justificado en aras del mensaje principal de la película.

Mensaje por otro lado,  profundo y necesario desde el punto de vista humano y social, al que contribuye poderosamente un montaje ágil, en paralelo, que se divide en dos a partir del planteamiento inicial de la narrativa para reencontrase mas tarde en el climax.

En los aspectos técnicos no hay nada que reprocharle a este trabajo.
Sonido a cargo de Manolo Tricás, en una mezcla que raya la perfección.
Una fotografía, de Ja Doria, cuidada hasta el mínimo detalle.
Una realización ágil, navegando por un clasicismo de quien, a todas luces, se crió viendo ese cine clásico maravilloso que todo cineasta debería haber visto ya antes de ponerse detrás de una cámara.

Todos los aspectos técnicos, maquillaje, arte, vestuario reman a favor de la narrativa de forma mas que efectiva.
Incluso, sin ser amigo de la voz en off como recurso narrativo, debo decir que este caso es uno de los pocos que he visto en el que su uso es un acierto en toda regla, con un discurso central en off sobre la soledad de las personas que contiene en si mismo el mensaje de toda la película.

Y por último, el aspecto interpretativo.
Aquí me tengo que poner de pie y quitarme el sombrero (si tuviera sombrero).

Siempre he dicho que si vas a rodar una historia íntima, emotiva, de personajes que trasmitan emociones, o bien tienes buenos actores que te lo hagan creíble, o mejor dedicarte a otra cosa.

Y es que aquí, tengo que decirlo, se salen todos, los cuatro.
Alba Tonini brilla intensamente con luz propia, adueñándose del personaje de tal forma que llegas a olvidar que es un personaje.
Alicia Rodrey lleva a su "madre" al terreno de lo cercano, de la naturalidad mas que creíble de un personaje difícil por su conflicto interno.
Alba Tonini

Alicia Rodrey

Vicente Ayala roza la perfección, con unos matices contenidos, elaborados, desde lo visceral.
Y Leandro González, al que solo escuchamos en off, clava en sus gestos silenciosos toda la tensión que el personaje demandaba.


Vicente Ayala



Leandro González

Creo que el trabajo de dirección de actores es soberbio, pero se ve que había materia prima desde donde trabajarla.

Y eso es todo. 
Supongo que habrá quien no le guste el corto, quien tenga una opinión completamente distinta a la mía, y es siempre respetable.
Pero creo que nadie objetivamente puede calificar el trabajo actoral como "forzado" o "poco creíble".
El que diga eso está mintiendo deliberadamente, y lo sabe.

Solo me queda felicitar a todo el equipo que hizo posible este corto al que le deseo toda la suerte del mundo y el mejor recorrido posible por el circuito de festivales.
Sin duda, se lo merece.


domingo, 15 de marzo de 2020

Siempre pagamos los mismos


   Un buen amigo mío, uno de los mejores actores que tenemos por estas siete islitas perdidas, me contó no hace mucho una anécdota referente a la vista por la custodia de su hija.

El Juez, para fijar la cantidad respecto a la manutención, le preguntó a mi amigo que en qué trabajaba.
-Soy actor- dijo mi amigo...
-¿Actor?... pues búsquese un trabajo de verdad...

Y a lo mejor no es un mal consejo el del juez. sólo hay que renunciar a tus sueños, a tu pasión, y en muchos casos, para lo que has estado estudiando y preparándote durante años.

Pero, mira, a cambio tendrías un "trabajo de verdad".

En la última crisis, la de 2008, por donde primero recortaron fue por cultura. Total, lo consideran superfluo, pero es porque no lo ven como un "trabajo de verdad", como le dijo el juez a mi amigo.

¿Maquilladores? ¿Técnicos de sonido? ¿Ayudantes de dirección? ¿Actores? ¿Que coño trabajos son esos? venga, venga...

En las tertulias de televisión no oigo mas que hablar, durante este vírico exilio interior involuntario, de liquidez a las empresas, de ayuda a los autónomos, de líneas de créditos...

Claro que hay una masa de personas que trabaja en el audiovisual que no pueden ser autónomos, que son freelance, que se dan de alta cuando tienen actividad, que no es muy a menudo, por cierto. O que esperan por contratos coyunturales, con las administraciones, o con productoras privadas...
¿A eso quién les va a rescatar?

A los que se les ha cancelado el rodaje del mes que viene, o el contrato con el ayuntamiento para aquella actividad o curso...

Siempre pagamos los mismos, porque esta sociedad no valora ni respeta a sus creadores, a sus artistas.

A los que habíamos conseguido  alcanzar ese débil equilibrio, cogido con pinzas, que nos iba a permitir comer los próximos tres meses y luego, ¿luego? pues ya veríamos...

¿Qué hacemos ahora? ¿Nos vamos a buscar un "trabajo de verdad"? 
¿En dónde señor juez, si está todo cerrado?