miércoles, 16 de marzo de 2022

De travellings y gafapastas



 Llegué al cine de Gillo Pontecorvo gracias a su quinta película "Queimada" (1969).

La "echaron" por la tele en los 80.

Aquella película sigue siendo hoy en día, al menos para este que escribe, la única cinta que se ha molestado en explicar el porqué  de las desigualdades económicas, la razón y el origen del desequilibrio económico mundial actual, a través de una fábula (que no lo es tanto) de una isla "imaginaria" del caribe, colonia portuguesa llamada como el título de la película.

Quizás sea la mejor película de cine político y social de la historia precisamente por eso. Por mostrarnos también las causas y no solo los efectos de una injusticia histórica global. Y quizás ha llegado hasta nosotros al siglo XXI simplemente por contar con Marlon Brando como protagonista. Si no, quizás estaría ahora mismo cogiendo polvo de olvido junto a "Estado de sitio " de Gavras o "Llueve sobre Santiago" de Helvio Soto.



Pontecorvo, solo por esta cinta, está a la cabeza de mi olimpo particular de cineastas sociales, seguido por los Loachs y los Gavras, cineastas que también han articulado su visión cinematográfica desde el prisma de la izquierda, pero limitándose (con altas cotas de calidad, eso sí) a la plasmación de los efectos devastadores del capitalismo y/o a las historias personales que genera.

Viendo "Queimada" puedes llegar a entender que el mundo actual, los inmigrantes, la pobreza, la violencia de los países pobres viene de un lugar concreto de la historia. No surge de la nada.

Pero bueno, no era de esto de lo que quería hablar.

Después de "Queimada" vi su largometraje anterior. "La Batalla de Argel" (1966) y el posterior "Operación Ogro" (1979), donde el realizador italiano sigue en sus trece. Pocas películas explican el porqué del terrorismo etarra como "Operación Ogro". Indispensable para entender el conflicto vasco.Ya saben, aquella de Carrero Blanco saltando por los aires en su coche oficial.



Pero es en "La Batalla de Argel" donde Pontecorvo ya se saca la chorra y echa el resto.

Izquierdista visceral, (de hecho, marxista convencido, Pontecorvo abandona el partido comunista tras la represión soviética en Hungría) en lo personal se posiciona al lado de los movimientos por la independencia de Argelia en su lucha contra el colonialismo francés, pero como cineasta realiza una cinta casi documental, casi sin posicionarse ideológicamente, mostrando por igual las torturas y las matanzas que cometieron los franceses sobre la población argelina, como los terribles y sanguinarios atentados que los argelinos realizaron no tan solo contra el ejercito francés, sino también contra la población civil de manera indiscriminada. 

Y todo con un lenguaje cinematográfico muy cercano al documental, alejándose del estilismo clásico del cine, con sus planos, contraplanos, trípodes y travellings.



Al igual que en "Queimada", nos parece estar asistiendo a un documental más que a una película de ficción.

Y esto me lleva (por fin, mira que le das vueltas a todo, pesao) a lo que quería hablar realmente.

Creo que fue Goddard el que dijo aquello de que el travelling es una cuestión moral. Una gilipollada como otra cualquiera, creo yo.

Pontecorvo rodó en 1959, varios años antes de las nombradas películas, una cinta sobre los campos de concentración nazis. "Kapo" (1959) hablaba sobre un campo de extermino para mujeres judías, y su realización estaba lejos de lo que luego sería su puslo fílmico, más cercano en su planificación al cine clásico, con sus travellings y sus movidas.



Sus travellings.

Y fue uno de esos travellings lo que condenó a Pontecorvo al ostracismo por el resto de sus días.

Una de las presas judías decide suicidarse arrojándose contra la alambrada de espinas electrificada.

1 -Plano medio corto de Teresa, que sale del barracón. La seguimos en travelling sin perder el valor del plano, mientras se cruza con la fila de presas y la kapo que las guía.

2 -Plano fijo sobre trípode, en plano general desde detrás de la alambrada, desde "fuera". Teresa corre hacia la alambrada, se arroja a ella. Se electrocuta, termina en la verja en plano americano. Vemos como la electricidad produce esos destellos de luz, mientras ella convulsiona.

3- Primer Plano estático de Teresa. Su rostro y el dolor de la muerte ocupa casi toda la pantalla.

(Y ahora viene el plano maldito)

4- Travelling oblicuo de acercamiento desde Plano Americano (el final del plano 2) hasta Plano Medio de Teresa muerta, con las manos levantadas enganchada a la alambrada. La fila de presas, detrás de Teresa, sigue su camino, empujadas por la kapo.



Bueno.

Nada del otro mundo. El travelling de acercamiento en cuestión dura unos diez segundos desde que arranca en Plano Americano hasta que se detiene en Plano Medio.

Pero entonces la maquinaria snob gafapasta se pone en marcha. Jacques Rivette escribe en Cahiers du Cinéma acerca del citado plano calificándolo de "abyecto".

Rivette dice:

"Obsérvese sin embargo en Kapo el plano en el que Riva se suicida abalanzándose sobre la alambrada eléctrica. Aquel que decide, en ese momento, hacer un travelling de aproximación para reencuadrar el cadáver en contrapicado, poniendo cuidado de inscribir exactamente la mano alzada en un ángulo de su encuadre final, ese individuo sólo merece el más profundo desprecio"

A partir de ese momento el lobby gafapastil se pone en movimiento. Surgen de debajo de la piedras otros inquisidores apoyando la quema de brujas de lo abyecto.

Califican el plano de obsceno, de pornografía de holocausto. De recrearse en la estética de la chica muerta mediante un travelling efectista, y de un montón de chorradas más. Como si se tratara de una "explotation" efectista de uno de los episodios mas terribles de la historia de la humanidad.

Y no era una crítica constructiva, sino un panfleto lleno de palabras como "abyecto" y "despreciable"

Incluso Serge Daney presume de no haber visto Kapo pero estar de acuerdo con Rivette. El remate ya de la secta cultural y la mafía de la crítica. Los mismos que después alabaron el efectismo excesivo del "Saló" de Pasolini.

Ojo. Yo soy el primero que alabo el buen gusto, lo sutil. Siempre he creído que exacerbar el concepto diluye el mensaje. Pero es que en el caso de Kapo y su puñetero travelling no creo que haya nada de eso, como sí lo hay en Saló, o en Irreversible, por poner dos ejemplos alejados entre si.

Y así funcionan las sectas culturales. Legiones de gafapastas con boinas y palestinas de cuadros deciden que algo no debe contarse de una determinada manera, porque a ellos no les gusta, y se hacen fuertes entre ellos, repitiendo su dogma hasta la saciedad hasta convencer al resto de que su opinión es la única válida, que lo que hacen los demás no sirve, que ellos son los únicos interlocutores válidos a la hora de decidir lo que se debe o no se debe apoyar. Articulan una suerte de santo Oficio, de Santa Inquisición y con los Pravdas du Cinéma a su servicio imponen sin imponerlo los limites de la libertad creativa, al estilo del concilio de Trento.

Y ahora mismo ya no sé si aún estoy hablando de Pontecorvo o de qué...


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