El blog desde las vísceras de la indigencia cultural por Daniel León Lacave
jueves, 29 de agosto de 2013
Quid Pro Quo
No hace mucho le presté mi casa a un amigo que la necesitaba como localización para completar el rodaje de su largometraje.
"Gracias, te debo una" me dijo.
Tuve que sonreir. ¿me debes una? Este amigo me prestó sus luces y su cámara para mi largometraje, y en una ocasión anterior puso su equipo a mi disposición para rodar un cortito de esos rápidos de aquí te pillo aquí te mato.
Así que en todo caso, en el debe y el haber soy yo quien te debe una todavía, compañero.
Y eso me hizo pensar.
Yo he colaborado con un montón de realizadores, en distintas categorías. He hecho de ayudante de dirección, de cámara, de eléctrico, de sonidista. En mi ordenador se han editado y etalonado trabajos de amigos y enemigos, y jamás me ha dado por valorar todo eso desde el punto de vista del Quid Pro Quo.
Además sería francamente complicado. "Sí, tú actuaste en mi corto dos días, pero yo he dedicado tres días a tu rodaje" o "Me pusiste una cámara, un micro y un foco, y yo sólo te dejé editar en mi ordenador"...
Al nivel que nos movemos por estas tierras, sólo el altruismo en simbiosis (desinteresado sí, pero en simbiosis) puede hacer que salquemos nuestros trabajos adelante.
No hay dinero. Así de simple. No hay dinero para pagar las localizaciones como nos gustaría, o pagar a todo el equipo lo que le correspondería en justa medida, ni para alquilar los equipos en su valor.
Así que nos queda el trueque. No hay más.
Ya digo, he colaborado con muchas personas, algunas de las cuáles no han devuelto la colaboración porque no se lo he pedido, y jamás he sentido que esas personas estén en deuda conmigo.
Si te ayudo, te ayudo porque me pareces una persona honesta. No pienso en lo que puedo sacar en mi propio beneficio, ni siquiera en si me gusta tu guión o no. No. Lo hago por principios.
Claro que...
Si voy a tu rodaje y no me das comida ni agua, si cortas al mediodía para que el equipo se vaya a comer a su casa y retomas a las 4, después de la digestión... pues ni Quid Pro Quo ni hostias.
Vete a pulpiar.
miércoles, 14 de agosto de 2013
Mínimo común múltiplo
Realmente, sólo tuve, junto con el director de fotografía, que elegir el plano, ubicar la cámara y poco mas.
Hace poco leí por ahí, creo que en el puñetero facebook que no sé quien dijo que aquel realizador que presta atención a la parte técnica y no a la dirección de actores merece la muerte... o algo así.
Y puede que sea verdad. Desde luego, al nivel que nos movemos y con el tipo de historias que contamos, nuestro trabajo sería una gran M si los actores no hicieran creíble la narración.
Pero si, como en este último trabajo, cuentas con actores como Borja Texeira, Lamberto Guerra, Cathy Pulido, Fátima Luzardo, Penélope Acín, Tonono González, Víctor León, Yazmina Ramírez, David Curtelin, Leonor Cifuentes, Sara Guerra, Tamara Déniz, Carmelo Alcántara, Abraham Santacruz, Paula García y Dácil León, pues resulta sumamente fácil dejarles a su aire.
Y si encima, muchos de ellos se implicaron tanto tanto en la cosntrucción de su personaje que incluso terminaron por reescribir no sólo sus diálogos, sino también el guión, creando escenas nuevas que reforzaran su visión del personaje, pues entonces ya me puedo sentar a ver la película.
Y es que esto fue así.
El grado de compromiso con la historia que alcanzaron los actores fue el factor decisivo que terminó de enriquecer un guión que, aunque trabajado previamente, no pasaba de ser una guía difusa sobre la que construir.
Quizás a otros egos esto le hubiera molestado. Quizás el que el "público" pensara que "el mérito no es enteramente de uno" o algo así... no lo sé.
Sólo sé que el cine es un arte colectivo, que no se puede hacer en solitario, y que por mucho que reduzcamos al mínimo el equipo, ese mínimo sigue siendo un mínimo común que termina dando como resultado el multiplo de las creatividades.
Así que eso que ponemos a veces en los créditos, de lo que yo huía al prinicipio, de "Una película de Fulanito de Tal" es una gran mentira. Lo ponemos porque queda guay y tal, pero no deja de ser un acto egoíco y absurdo.
Sí, vale. Hay una dirección marcada, determinada por el argumento y su traslación a imágenes, y hay un responsable que da el visto bueno o no al plano, pero así todo...
Bueno, que me lío.
Eso. Que si vas a contar historias como ésta, rodéate de gente que sepa actuar. La luz, el sonido, el maquillaje, el tiro de cámara de nada valen si al actor o a la actriz no te la crees.
Ya me dirán cuando la vean, pero creo que en esta ocasión se me salieron todos de la escala de Ritcher.
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