El blog desde las vísceras de la indigencia cultural por Daniel León Lacave
martes, 30 de junio de 2015
Los Días Vacíos (VI). El Crowdfunding Emocional.
Un lumbreras dijo una vez, al hilo de la extinción de las subvenciones audiovisuales, que los proyectos que se realizarían sin las ayudas serían proyectos "escuálidos".
Creo que fue esa la expresión que utilizó para referirse a lo que a buen seguro él consideraba "un nivel de mierda de producción".
Bueno.
El talento creativo poco tiene que ver con el nivel de producción, aunque sí que es cierto que si entendemos el cine desde el concepto de lo vistoso, de lo visualmente llamativo, el nivel de producción sí que influye.
Todo depende de lo que quieras hacer. Si quieres contar una historia desde dentro, desde la inquietud creativa, o si quieres deslumbrar al personal con tu "mira que actores de la península famosos me traje" y "mira que RedOne de última generación me alquilé en Finlandia"...
Así todo, ya con nuestros "Días vacíos" en el timeline, puedo decir que el nivel de producción que el espectador podrá ver en pantalla dista mucho del concepto "escuálido".
Y sin embargo no hemos contado con un sólo euro proviniente de ayudas oficiales ni subvenciones gubernamentales, así como tampoco aboslutamente ningún apoyo institucional en materia de equipos técnicos.
Evidentemente, no es que el presupuesto de esta película fuera Cero. En absoluto.
No he querido echar cuentas para no deprimirme pero hasta el último céntimo ha salido de mi propio bolsillo.
Pero no es suficiente. Ojalá.
Así que si este rodaje ha llegado a buen puerto ha sido gracias a la entrega abosluta del equipo humano en lo que a mi me gusta calficar como "crowdfunding emocional".
De esta manera, los actores han cedido sus propias casas como localizaciones, han puesto sus vehiculos al servicio de la producción, han usado su vestuario propio, incluso alguno ha insistido en pagarse sus propios pasajes (aunque de eso nada Cris, no creas que no sé que te estás haciendo la loca sin decirme lo que te costó el barco).
Los técnicos han puesto sus equipamientos con el afán de conseguir la mejor toma posible y todos han asumido el concepto de que así y sólo así, es posible hacer algo digno en esta realidad audiovisual de nuestras tierras.
Y así todo, sigue siendo cine leve estos Días Vacíos, a pesar del despliegue técnico, porque el cine leve es una filosofía que se lleva dentro, un modo de rodar que nada tiene que ver con lo industrial.
Sólo así, desde el crowfunding emocional y la coproducción honesta, hemos podido levantar este largometraje con un resultado en absoluto "escuálido".
¿Y qué se necesita entonces para hacer algo así en Canarias?
Pues dos cosas.
En primer lugar un poco de dinero, y eso se consigue trabajando. Igual el término no te suena Sr. Escuálido.
Y en segundo lugar teniendo amigos. Buenos amigos que te sigan al infierno de seis meses de rodaje si tú se lo pides. Y esto se consigue siendo honesto y transparente. A lo mejor tampoco entiendes estos términos.
Apúntatelo Sr Escuálido, a lo mejor así dejas de rodar documentales "porque sin las ayudas no puedo rodar ficción" que es lo que realmente quieres hacer.
jueves, 18 de junio de 2015
Los Días Vacíos (V). Al final de la escapada.
Releo hoy ESTE post que escribí en este mismo blog allá por Noviembre, cuando empezaba a darle vueltas a la posibilidad de meterme a rodar otro largo.
Acababa el post diciendo que era imposible, al comenzar una aventura así, saber como iba a terminar.
Cierto es, sin duda.
Hoy, cuando apenas quedan dos o tres jornadas de rodaje para finalizar lo que será mi segundo largometraje, creo, releyendo aquello, que hemos superado todas las expectativas que me había fijado a priori.
En primer lugar en el aspecto técnico. Gracias a la entrada como coproductora de Onlyrec media, y la participación en producción de Sonovision Canarias y de la productora de José Acevedo, en "Los Días Vacíos" hemos alcanzado un nivel técnico con el que apenas soñaba poder contar cuando me decidí a poner en marcha esta película.
Cámara, traveling, slider, grúa, gimball y otros juguetes han sido elementos técnicos que nos han permitido dotar a la trama de un lenguaje visual del que, sin embargo, tampoco he querido abusar, ya que creo que muchos de nosotros, acostumbrados a narrar desde la carencia, nos volvemos locos en cuanto disponemos de unas herramientas como estas, y abusamos de su uso forzando el estilo para adaptarlo a las herramientas, y no al revés.
Y en segundo lugar, en los aspectos artísticos e interpretativos.
Cuando me decidí a contar una historia como esta, protagonizada por jóvenes mas cercanos a la adolescencia que a la madurez, era consciente que tendría que prescindir de casi todos mis actores habituales sobre los que he cimentado mi filmografía.
Y eso me preocupaba, la verdad.
Alguien me preguntó una vez que porqué me desangraba rodando tantos cortos, tantos trabajos abocados a la nada de los festivales y al vacío de subidas a la red.
Creo que la respuesta a esa pregunta llegó con "Crónicas del desencanto", mi anterior largometraje.
Cada uno de aquellos cortos leves fue un ladrillo mas en los cimientos del largo, ya que creo que la confianza del actor en el director es primordial a la hora de hacer su trabajo.
No creo que, por ejemplo Lamberto Guerra se hubiera sentido jamás con la suficiente libertad creativa como para improvisar aquel maravilloso monólogo de "Crónicas..." si "Crónicas.." hubiera sido nuestro primer trabajo juntos.
Y lo mismo digo de Cathy Pulido, Borja Texeira, Penélope Acín o Fátima Luzardo. Con todos ellos había trabajado anteriormente, y gracias a eso tanto ellos como yo sabíamos por donde caminábamos.
Sin embargo, en esta ocasión sabía que tendría que buscar rostros mas jóvenes, con los que apenas había podido trabajar anteriormente.
Para los papeles protagonistas me dejé llevar por la intución.
Nunca me ha gustado eso de hacer castings. Me parece un poco prepotente y onanista, aunque respeto profundamente a quien lo haga.
Creo que el casting está en los videobooks o en los trabajos que ya he visto de tal o cual intérprete, así que reviso todo eso antes de tomar una decisión, y así no le hago perder el tiempo a nadie ni hago pasar a nadie por situaciones incómodas.
Así, conté, por supuesto, antes que con nadie, con Cathy Pulido para la protagonista, ya que fue ella quien, aparte de ponerle el título a la película, la que me empujó con su entusiasmo a rodar esta historia desde el momento en el que leyó el guión. A ella debemos estar hoy aquí.
Para el protagonista masculino y el secundario seguí también la intución de Cathy, quien me recomendó a Iván Álamo en el papel principal y a Ragüel Santa Ana para el secundario de primer orden, actores con los que apenas había tenido contacto mas que en aquel rodaje leve y fulgurante visto y no visto que fue "Ruido". Y fue un acierto en toda regla. Ambos han ido entrando en calor al paso de las semanas de rodaje, alcanzando un nivel interpretativo que va mucho mas allá de lo academicamente correcto.
Y por último, para la actriz secundaria de primer orden no tenía a nadie en mente. pero un día fui con mi amigo Tonono González al Guiniguada a ver "El Renacer de Érebo" de mi colega Esteban Calderín e hice en esa cinta el feliz descubrimiento de Cristina Piñero.
Ambos salimos de la sala comentando que Cristina era sin duda lo mejor de la película, así que me puse en contacto con ella para ofrecerle el papel, papel que aceptó encantada incluso antes de leer el guión. Una joya. Un lujo tenerla en nuestra peli.
Para todos los demás papeles, unos de mayor y otros de menor relevancia dentro de la historia, fuimos resolviendo sobre la marcha que dirían los cubanos, pero me empeñé en meter a casi todos los actores ya conocidos con los que había trabajado antes y otros con los que aún no lo habia logrado.
Así, Tonono González, Pino Luzardo, Tamara Déniz, Ángel Pérez, Romina Vives, Rubén Darío, Sol Mendoza o Fran Vázquez entre otros, pasaron a formar parte del elenco de "Los Días Vacíos", incluyendo un hermoso cameo de mi gran amigo Lamberto Guerra, cameo - guiño que pocos espectadores entenderán, pero vamos, que ni falta que les hace...
Y a pesar de mis miedos iniciales por trabajar con actores desconocidos, tengo que decir que el resultado también ha superado todas mis expectativas.
He asistido a todo un derroche de talento y creatividad por parte de ellos que entre todos me han regalado para la película. Un maravilloso desfile de interpretaciones que , una tras otra ante mis ojos, han llegado a un nivel que nada tiene que envidiar al de esos actores y actrices que vemos en el cine industrial, comercial y establecido.
Talento que me hace pensar en esta generación de artistas canarios de nuestro tiempo, condenados a trabajar en oficios que no son lo suyo mientras su talento creativo se queda a la espera de poder mostrarse en todo su esplendor.
Me niego a calificarla de generación perdida, tanto a los actores como a los técnicos.
Si en Canarias la falta de industria o la falta de interés por parte de las instituciones no dan el abono necesario para que germine esta cosecha de talentos, estoy seguro que por algún sitio saldrá el Sol.
Así ha de ser.
El arte es una flor de roca, que requiere el viento áspero y el terreno duro, como dijo Alejandro Dumas.
jueves, 11 de junio de 2015
Drácula descansa
La primera vez que el cine trató de acercarse al mito de Drácula, creado literariamente por el pusilánime Stoker, no fué, en contra de lo que muchos creen, en la sinfonía del horror de Murnau de 1922, sino que, dos años antes, en 1920, en la pérfida Unión Soviética, supuestamente ya se realizó una película con el título de "Drácula".
De esta versión rusa apenas hay datos, hasta el punto de que ni tan siquiera existen pruebas reales de que llegara a rodarse jamás.
Y por si esta versión ofrece dudas, aún hay otro "Drácula" anterior al "Nosferatu" de Murnau, también procedente de la Europa del Este.
En 1921 en Hungría el director Károly Lajthay dirigió "Drakula" recayendo sobre un tal Paul Askonas el honor de interpretar al Conde rey de los vampiros.
Desgraciadamente la cinta se ha perdido y no se conserva ningún fotograma de la misma, aunque algunos aún rezamos para que en algún polvoriento sótano de algún archivo cinematográfico alguien la encuentre algún día. Ojalá.
El resto ya es conocido.
Murnau y su versión apócrifa llamada "Nosferatu" de 1922, el Conde Orlock en lugar del Conde Drácula; La viuda de Stoker y su demanda judicial obsesionada con la destrucción de todas las copias por no contar Murnau con su permiso ni con los derechos de la novela.
En Europa se destruyeron todas las copias pero, afortunadamente, algunas copias ya habían saltado el charco hacía América, lejos de la jurisdicción de los tribunales europeos.
La iconografía creada por Max Schreck y su Orlock, no se queda atrás con la que consiguió Lugosi en la siguiente versión cinematográfica, el "Drácula" de Tod Browning de 1931 para la Universal.
Curiosamente, de esta cinta se rodaron dos versiones. Una en inglés y otra en castellano.
En esa remota época del cine sonoro aún no se dominaba la técnica del doblaje, con lo cuál, si se creía que una película tenía opciones en el mercado hispanohablante, se rodaba simultanéamente otra versión, en los mismos decorados, con el mismo planning, pero con actores de habla hispana.
George Melford fue el encargado de poner en imágenes este "Drácula Hispano", con el actor Carlos Villarías, y aunque los planos son casi calcados a la versión Browning, su montaje es mas extenso, y contiene algunos planos gloriosos (como el de Reinfield sacando la cabeza como un loco por una claraboya del barco), no presentes en su hermana inglesa.
Pinchen AQUÍ y podrán ver a Villarías en plan Lugosi.
Luego Drácula se perdió en un mar de Hijas de Dráculas y Novias de Dráculas y La Zíngara y los Monstruos y Frankenstein contra Drácula y un montón de cintas que trataban de aprovechar el éxito del presonaje de Stoker que, poco a poco, iba convirtiéndose en un icono de la cultura popular.
Y no sería hasta 1958 que el Rey de Los No Muertos volviera a escribir una página en la historia del cine.
De la mano de la productora inglesa Hammer, deseosa de revivir los clásicos de terror de la Universal después del éxito de su versión de Frankenstein del año anterior, y bajo la dirección del maestro Terence Fisher, llegó la que quizás sea la mas recordada de todas las versiones.
"Horror of Drácula", titulada en el mercado hispano simplemente como "Drácula", nos regala una reinvención del mito con la impresionante creación por parte de Christopher Lee de un Conde Drácula diferente a todo lo visto anteriormente.
Si el Orlock de Schreck era un monstruo deforme, y el Drácula de Lugosi era un aristócrata bien vestido que se paseaba por los palcos de los teatros con su frac, el Drácula de Lee representa el mal absoluto, lo perverso y lo inhumano.
Es un animal maligno de bajos instintos sexuales primarios encerrado en el cuerpo de un hombre, una sexualmente actractiva bestia de ojos rojos, y a eso contribuye la escasez de diálogos por parte de Drácula, y por supuesto, el imponente físico y la magistral interpretación de Christopher Lee.
Y hasta aquí debería llegar este post.
El pobre Lee se vio obligado a repetir su creación una y otra vez en secuelas cada vez mas delirantes para la propia Hammer, y hasta una versión "fiel a la novela" de Jesús Franco mas delirante que cualquiera de las secuelas Hammer.
Todo debería haber terminado con Lee y Fisher, pero claro que no fue así.
John Badham en 1979 y Frank Langella con su "Drácula" Latin Lover, (copiando por cierto la historia de amor de La Momia de la Universal), crearon la base para que Coppola en 1992 tratara de convertir a Gary Oldman en el rey de los vampiros.
De esta versión de Coppola ¿qué decir?.
Se nos vendió como la versión mas fiel al libro y en cierta forma lo es.
Ninguna de las versiones anteriores respetaba la interrelación entre los personajes originales de la novela.
Así, en la de Browning, Seward es el padre de Mina, y Reinfield es el que viaja a Transilvania al principio de la trama, en lugar de Harker.
En la de Fisher, Harker muere al principio, y el marido de Mina es Holmwood.
En la de Coppola, Harker es el Harker de la novela, Lucy es la Lucy de la novela y todos los acontecimientos siguen lo descrito en el libro de Stoker.
Pero... Coppola tergiversa el sentido de todo, invirtiendo malos y buenos, criticando así la hipocresía de los valores de la sociedad victoriana que Stoker defiende en su novela.
Así Seward es un yonki, Van Helsing es un fanático, Lucy es una golfilla casquivana que se besa en la boca con Mina, mientras que Drácula es el "bueno" que se mueve por un amor que va mas allá del tiempo.
En fín. Juzguen ustedes.
Hubo otros actores, como Jack Palance en la interesante versión televisiva de 1974, o Kinski en el remake del Nosferatu de Herzog de 1979, que encarnaron al conde Drácula en la pantalla, pero ninguno consiguió dejar su imagen grabada en la retina popular como lo hizo Christopher Lee.
Y hoy, hace unas horas, "Drácula" acaba de morir.
El No Muerto por excelencia, el que resucitaba cansinamente una y otra vez en las cintas de la Hammer nos ha dejado para siempre.
No habrá nunca un Conde Drácula como Lee así que espero que el cine deje de una vez en paz el mito de Stoker.
Si Christopher Lee no va a resucitar, prefiero que dejen descansar en paz a Drácula.
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