jueves, 18 de junio de 2015

Los Días Vacíos (V). Al final de la escapada.





   Releo hoy ESTE post que escribí en este mismo blog allá por Noviembre, cuando empezaba a darle vueltas a la posibilidad de meterme a rodar otro largo.
   Acababa el post diciendo que era imposible, al comenzar una aventura así, saber como iba a terminar.

   Cierto es, sin duda.
Hoy, cuando apenas quedan dos o tres jornadas de rodaje para finalizar lo que será mi segundo largometraje, creo, releyendo aquello, que hemos superado todas las expectativas que me había fijado a priori.

   En primer lugar en el aspecto técnico. Gracias a la entrada como coproductora de Onlyrec media, y la participación en producción de Sonovision Canarias y de la productora de José Acevedo, en "Los Días Vacíos" hemos alcanzado un nivel técnico con el que apenas soñaba poder contar cuando me decidí a poner en marcha esta película.
   Cámara, traveling, slider, grúa, gimball y otros juguetes han sido elementos técnicos que nos han permitido dotar a la trama de un lenguaje visual del que, sin embargo, tampoco he querido abusar, ya que creo que muchos de nosotros, acostumbrados a narrar desde la carencia, nos volvemos locos en cuanto disponemos de unas herramientas como estas, y abusamos de su uso forzando el estilo para adaptarlo a las herramientas, y no al revés.



   Y en segundo lugar, en los aspectos artísticos e interpretativos.
Cuando me decidí a contar una historia como esta, protagonizada por jóvenes mas cercanos a la adolescencia que a la madurez, era consciente que tendría que prescindir de casi todos mis actores habituales sobre los que he cimentado mi filmografía.

   Y eso me preocupaba, la verdad.
Alguien me preguntó una vez que porqué me desangraba rodando tantos cortos, tantos trabajos abocados a la nada de los festivales y al vacío de subidas a la red.
   Creo que la respuesta a esa pregunta llegó con "Crónicas del desencanto", mi anterior largometraje.
Cada uno de aquellos cortos leves fue un ladrillo mas en los cimientos del largo, ya que creo que la confianza del actor en el director es primordial a la hora de hacer su trabajo.
No creo que, por ejemplo Lamberto Guerra se hubiera sentido jamás con la suficiente libertad creativa como para improvisar aquel maravilloso monólogo de "Crónicas..." si "Crónicas.." hubiera sido nuestro primer trabajo juntos.

   Y lo mismo digo de Cathy Pulido, Borja Texeira, Penélope Acín o Fátima Luzardo. Con todos ellos había trabajado anteriormente, y gracias a eso tanto ellos como yo sabíamos por donde caminábamos.

Sin embargo, en esta ocasión sabía que tendría que buscar rostros mas jóvenes, con los que apenas había podido trabajar anteriormente.

Para los papeles protagonistas me dejé llevar por la intución.
Nunca me ha gustado eso de hacer castings. Me parece un poco prepotente y onanista, aunque respeto profundamente a quien lo haga.
   Creo que el casting está en los videobooks o en los trabajos que ya he visto de tal o cual intérprete, así que reviso todo eso antes de tomar una decisión, y así no le hago perder el tiempo a nadie ni hago pasar a nadie por situaciones incómodas.

Así, conté, por supuesto, antes que con nadie, con Cathy Pulido para la protagonista, ya que fue ella quien, aparte de ponerle el título a la película, la que me empujó con su entusiasmo a rodar esta historia desde el momento en el que leyó el guión. A ella debemos estar hoy aquí.


   
   Para el protagonista masculino y el secundario seguí también la intución de Cathy, quien me recomendó a Iván Álamo en el papel principal y a Ragüel Santa Ana para el secundario de primer orden, actores con los que apenas había tenido contacto mas que en aquel rodaje leve y fulgurante visto y no visto que fue "Ruido". Y fue un acierto en toda regla. Ambos han ido entrando en calor al paso de las semanas de rodaje, alcanzando un nivel interpretativo que va mucho mas allá de lo academicamente correcto.




   Y por último, para la actriz secundaria de primer orden no tenía a nadie en mente. pero un día fui con mi amigo Tonono González al Guiniguada a ver "El Renacer de Érebo" de mi colega Esteban Calderín e hice en esa cinta el feliz descubrimiento de Cristina Piñero.
   Ambos salimos de la sala comentando que Cristina era sin duda lo mejor de la película, así que me puse en contacto con ella para ofrecerle el papel, papel que aceptó encantada incluso antes de leer el guión. Una joya. Un lujo tenerla en nuestra peli.



   Para todos los demás papeles, unos de mayor y otros de menor relevancia dentro de la historia, fuimos resolviendo sobre la marcha que dirían los cubanos, pero me empeñé en meter a casi todos los actores ya conocidos con los que había trabajado antes y otros con los que aún no lo habia logrado.
Así, Tonono González, Pino Luzardo, Tamara Déniz, Ángel Pérez, Romina Vives, Rubén Darío, Sol Mendoza o Fran Vázquez entre otros, pasaron a formar parte del elenco de "Los Días Vacíos", incluyendo un hermoso cameo de mi gran amigo Lamberto Guerra, cameo - guiño que pocos espectadores entenderán, pero vamos, que ni falta que les hace...



   Y a pesar de mis miedos iniciales por trabajar con actores desconocidos, tengo que decir que el resultado también ha superado todas mis expectativas.
He asistido a todo un derroche de talento y creatividad por parte de ellos que entre todos me han regalado para la película. Un maravilloso desfile de interpretaciones que , una tras otra ante mis ojos, han llegado a un nivel que nada tiene que envidiar al de esos actores y actrices que vemos en el cine industrial, comercial y establecido.
   Talento que me hace pensar en esta generación de artistas canarios de nuestro tiempo, condenados a trabajar en oficios que no son lo suyo mientras su talento creativo se queda a la espera de poder mostrarse en todo su esplendor.

Me niego a calificarla de generación perdida, tanto a los actores como a los técnicos.
   Si en Canarias la falta de industria o la falta de interés por parte de las instituciones no dan el abono necesario para que germine esta cosecha de talentos, estoy seguro que por algún sitio saldrá el Sol.
   Así ha de ser.
El arte es una flor de roca, que requiere el viento áspero y el terreno duro, como dijo Alejandro Dumas.