jueves, 8 de abril de 2021

Cumplimos 10 años


 

Hace hoy exactamente diez años, un 8 de abril de 2011, puse en marcha este blog, sin saber muy bien el porqué.

Lo hice, en principio, motivado por la sensación de rabia contenida que llevaba años apoderándose de mi estómago al convivir en este mundillo del audiovisual canario. El detonante fue el Foro canario del Festival de Cine de Las Palmas de aquel lejano año.

Aquella primera entrada se tituló "El Traje Nuevo del emperador", en referencia a una verdad evidente que, a mi entender, todo el mundo era capaz de ver, pero nadie se atrevía a decir en voz alta.

Ahora miro atrás, releeo algunas de aquellas tempranas entradas y otras no tanto, y soy capaz de ver que, tal y como decían en El Gatopardo, todo ha cambiado para que todo siga igual.

El Festival de Las Palmas sigue siendo un cortijo privado pagado con dinero público, vehículo con doble función:  primero para que unos vividores mediocres se paguen la hipoteca gracias al contribuyente, organizando un festival que le da la espalda al público y a (más de) la mitad del espectro creativo audiovisual canario, y segundo, para hacer pasillo y aúpar a determinados realizadores que están tácitamente "en nómina" del festival.

Por el camino han pasado muchas cosas.

Aquel 2011 era el comienzo de una década en la que el audiovisual se iba a transformar. Eran los albores de la DSLR, que dejaba atrás al HDV, al miniDV, terminando así con una época de libertad creativa nacida de una revolución digital que anunciaba un comunismo del cine que no llegó a materializarse.

La contrarrevolución de aquella explosión creativa. La dictadura primero de la DSLR, y después la de la Red One...

Las redes sociales, que en aquella etapa, bullían de actividad, de información que corría como la pólvora, diciéndote quien estaba rodando qué, anunciando estrenos de cortometrajes canarios uno tras otro, sin tregua, ahora se han quedado como sustituto del telediario, y cada vez tienen menos de red ni de social.

Se perdió aquella intensidad, aquellas discusiones. Hay que agradecer también que se acabaran los insultos y los ataques anónimos.

Y este blog nació como respuesta a todo aquel tinglado. No bastaba con comentar en El Escobillón, o en Facebook. Había que decir lo que se pensaba, porque todo estaba a flor de piel.

Luego todo se amansó, eso es cierto. La crisis acabó con las ayudas del Gobierno de Canarias y casi parecía que ya no había nada por lo que protestar. Pero las injusticias, los pasteleos, los amiguismos, todo eso continuó intacto, incluso empeoró.

Asociaciones sectarias. Luchas intestinas. Puf... dio para mucho.

Y este blog trató de dar siempre mi punto de vista de todo lo que estaba pasando Es cierto que quizás de forma demasiado visceral. De hecho, cuando escribo entradas, las subo sin revisarlas, porque lo que busco es esa visceralidad, huyendo del "uf, aquí me pasé. Mejor lo cambio".

Soy consciente de que esto no gusta a mucha gente, que molesta a determinados sectores oficiales, pero mira, no puede uno caerle bien a todo el mundo.

También he podido rastrear, al releer las entradas, mis estados de ánimo y mis vivencias en cada momento a lo largo de esta década, remarcando así el carácter subjetivo que siempre tuvo este blog.

Cómo me sentía al salir de una proyección del Catálogo. Cómo me sentía después de una sesión del Festival de las Palmas. Mi opinión ante las ayudas y las normativas. Mis sensaciones antes y después de rodar alguno de mis cortometrajes.

No sé si todo esto tiene algún valor, o alguna utilidad. No sé si a alguien le ha interesado nada de lo que he contado aquí durante diez años, pero sí que creo que un análisis de este blog cotejándolo con las entradas en las mismas fechas de otros blogs como El Escobillón o En Pos de la ballena Blanca, puede arrojar un cuadro amplio de lo que ha acontencido en el audiovisual canario en estos últimos diez años.

Realmente no me preocupa, porque admito que a veces este lugar ha sido una via de escape y de descarga emocional.

Así que, aunque nadie me lea, yo voy a por otros diez años más. 

Y luego ya veremos.

 

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