viernes, 29 de junio de 2018

Pongamos que hablo de Madrid: El exilio voluntario

   

   Madrid podría considerarse, al menos para los actores y actrices canarios, como la octava isla.
Por supuesto que desde nuestro punto de vista, ya que si es bien cierto que allí te encuentras con un buen número de intérpretes de origen canario, supongo que para las otras regiones de España sucede lo mismo.
Madrid es como una Meca del cine para los actores de todas partes del país, que van a probar suerte a la capital. El sueño madrileño lo llaman algunos.
¿Por qué? Bueno, el argumento es ya cansino; la falta de industria, las oportunidades etc etc...

Claro que no es lo mismo “emigrar” a la capital cuando eres de Toledo, de Badajoz o de Valencia, que cuando eres de Canarias. Volvemos a pagar otra vez la lejanía, la fragmentación del territorio, un océano atlántico por en medio y unos precios “complicados” en los pasajes de avión.

Desde este prisma, la aventura capitalina, el sueño madrileño, adquiere una tonalidad diferente para nuestros actores. Alejarse de la familia, de los amigos con los que hacías cortos, en definitiva de tu círculo para lanzarte a una piscina que puede o no tener agua.

No es nada nuevo, durante décadas, generaciones y generaciones de actores canarios recorrieron el mismo camino. Algunos triunfaron, otros fracasaron y otros encontraron senderos distintos al que habían ido a buscar.
Y como la historia siempre tiende a repetirse, hemos querido hablar con distintos actores canarios que han vivido el sueño madrileño para que nos cuenten su experiencia.


BORJA TEXEIRA: EL QUE LA SIGUE...


una casa con jardín y con columpios, unas vacaciones, un coche, un futuro asegurado. Yo he renunciado a eso.”

Borja Texeira se formó como actor en la Escuela de Actores de Canarias, y al terminar, en 2010, en mitad de la crisis económica mas virulenta, decidió hacer las maletas.
Tras ocho años en Madrid, ha conseguido meter el pie, tímidamente aún, en la industria.


-Una vez me atreví a manifestar a mis padres mis deseos de estudiar Arte Dramático, se me abría una interrogante que más tarde o más temprano tendría que encarar, ¿Madrid sí, Madrid no?

Por circunstancias varias, finalmente estudié Interpretación textual en la Escuela de Actores de Canarias, por lo que el interrogante planteado previamente se había pospuesto durante mínimo cuatro años.

Pero casi como salida natural, una vez acabada la carrera, creo que es deber de todo actor, salvo que dónde resida pueda vivir dignamente de esta profesión, intentar dar el salto a Madrid. Al menos vivir la experiencia. Yo lo hice.

¿Por qué Madrid? Pues supongo que porque es lo que vas escuchando desde que te metes en esta profesión. También, y sobre todo, porque mis aspiraciones pasaban más por el audiovisual que por el teatro, y en Canarias, en el año 2009, no es que hubiesen muchas expectativas de hacer industria. Más allá de estas razones tangibles, está aquello del “sueño madrileño”. Yo me fui, y hoy por hoy no me arrepiento y volvería a irme siempre.

La verdad, también sea dicho de paso, es que la competitividad es mayor, así como lo son las oportunidades, pero quien no arriesga no gana. Mis comienzos en este sector estaban en Gran Canaria e ir de nuevas a un sitio como Madrid, pues tiene también sus inconvenientes.

El primero es asentarte, buscarte una casa, buscarte un trabajo. Una estabilidad que a su vez puede boicotearte tus objetivos. No tienes contactos y por lo tanto andas un poco a la deriva. Yo recuerdo de haber llegado, con una suma de dinero, relativamente considerable como para poder vivir sin preocuparme en tener que buscar un trabajo a las primeras de cambio. Pero para mi tranquilidad, y con la idea de alargar lo más posible mi estancia, busqué trabajo y lo encontré. Lo encontré en un Pans&Company, en una ONG, en una tienda de gafas de sol, en una zapatería, en un Carrefour… Digamos que trabajo “normal”, aunque siempre inestable, nunca faltó… pero conllevó a que me sumiese en una rutina y en unos horarios, que sin darme cuenta me hacían darle la espalda a lo que realmente me interesaba. A lo tonto habían pasado casi tres años, hasta que no surgió uno de los primeros logros en mi carrera. Es verdad que necesitamos un periodo de adaptación, pero hay que tener siempre en cuenta tus objetivos porque si no el día a día te consume.

Otro de los grandes handicaps con los que me encontré fue el lidiar con el famoso acento neutro. En los primeros años ni me enfrenté a la cuestión. Cuando me di cuenta que era algo insalvable y que tienes que hacer sí o sí por trabajar sin que te pongan ningún tipo de etiqueta, me vi peleándome con molinos porque insistía en seguir usando mi acento. No por una cuestión de canariedad, porque creo que no soy el tipo de personas que enarbolan banderas de identidad. No. Era simplemente por una cuestión de lógica social. En el siglo XXI, canarios podrían haber en cualquier sitio y por lo tanto podrían también ser participes dentro de la ficción de una película, de una serie,… salvo que por guión se dijese lo contrario en cuanto a la procedencia del personaje.
Luego me di cuenta que independientemente del acento que tenga uno, como actor, debe tener la capacidad y versatilidad de manejar acentos para poder abrir más el abanico de tu repertorio personal… Luego a esto le sumas que viene un día tu representante y te dice: “Borja, necesito un videobook nuevo, porque con el actual que lo tienes todo con acento canario, no puedo moverte ni de broma”, pues ya te das cuenta que si estás en el sistema, tienes que adaptarte a él.

Ha pasado el tiempo, voy para ocho años en esta ciudad, y siento que durante el último año, precisamente cuando me planteé dejar de trabajar en trabajos “normales” para dedicarme expresamente a mi profesión, es cuando más movimiento a favor he visto. Cuando me he permitido a mi mismo la oportunidad de ser exclusivo con lo que hago, resultados ha habido. Al parecer hay agua en la piscina. Es verdad que luego renuncias a cierta estabilidad que la sociedad de hoy en día te invita a tener cuando tienes cierta edad: una casa con jardín y con columpios, unas vacaciones, un coche, un futuro asegurado. Yo he renunciado a eso.

Paradójicamente, este año de grandes movimientos personales, también viene acompasado por la gran inversión que se está haciendo en España en audiovisual. La llegada de las grandes plataformas de contenido en streaming ha facilitado la creación de nuevas historias. Por lo tanto no sé si estos movimientos personales han tenido lugar, porque ya le tocaba, una vez me he podido ubicar conmigo mismo, o por si esta segunda cuestión. El caso es que todo habrá acompañado para tener, hoy por hoy, un mínimo de esperanza. Y dentro de esta paradoja, se encuentra otra: Me había venido a Madrid porque consideré que era una mejor salida para mi futuro, pero ahora, una vez asentado en esta ciudad, resulta que esta inversión en el audiovisual ha provocado que de los últimos trabajaos realizados, dos de ellos sean para hacerlo en las islas, que por condiciones fiscales, presentan una gran oportunidad para las productoras, y por mi condición de canario. Precisamente ahora que ya tengo el acento neutro controlado.-



YAZMINA GUERRA: PASIÓN Y ESFUERZO

... creo que el camino te va abriendo las puertas si eres tú misma, si valoras a la gente que está contigo y apuesta por ti “

El caso de la grancanaria Yazmina Guerra es el opuesto al de Borja.
Yazmina se formó en Madrid como actriz, sin pasar por el mundillo audiovisual canario ni la EAC, y es solo ahora cuando a pesar de seguir viviendo en la capital del reino, se ha acercado a los círculos cinematográficos canarios, recorriendo quizás el camino inverso al natural.

-Con 17 años me fui a Madrid para estudiar una carrera universitaria. Mi principal motivación era el hecho de independizarme y madurar como persona. Una ciudad tan grande como Madrid te hace espabilar de golpe.

El hecho de estar pendiente a las facturas, ir a la compra, el hacerte la comida exceptuando los dos primeros años que estuve en una residencia universitaria.
Todo esto viene fenomenal para crecer y saber que todos somos personas independientes. Tuve la grandísima suerte de contar con el apoyo de mis padres y obviamente la ayuda económica que me facilitaron para estudiar la carrera de periodismo. Aun así no contenta con ello y mis ganas inmensas de estar delante de una cámara empecé a formarme en la Central de Cine de Madrid. Aquel momento fue un caos ya que lo compaginaba con los últimos años de carrera y con varios trabajos de camarera, dependienta, azafata.

La vida en Madrid es cara y te tienes que ir administrando poco a poco. Por esta razón muchos actores vuelven a su ciudad de origen por la falta de medios económicos, porque quieren dedicarse plenamente a la interpretación y al final se dan cuenta que no se puede. Yo tengo muy claro que tengo que trabajar duro en cosas que igual no me entusiasman pero sé que es el refuerzo que hace que lleve 8 años y medio en Madrid, básicamente no se me caen los anillos y me considero muy trabajadora.
Mi gusanillo empezó desde bien pequeña, ya que en mi colegio en el que estuve desde los 3 años hasta terminar el bachiller hacíamos obras de teatro, coreografías, musicales, etc. Sin embargo siempre tuve claro que era un mundo difícil y que tenía que tener un as bajo la manga de ahí a que estudiara una carrera universitaria.
Tras los dos años de diplomatura de interpretación ante la cámara en la central de cine y habiendo terminado la carrera, seguí formando, en este caso en el estudio Juan Codina con profesores muy reconocidos a nivel nacional y que están en activo.

En cuanto al hecho de entrar en el circuito del cine canario, fue toda una serie de casualidades, ya que yo había rodado únicamente en Madrid, varios cortometrajes, videoclips y estaba con mi primer largometraje. De pronto estando en Canarias de visita vi en la televisión canaria a Daniel León Lacave, hablaban de un cortometraje suyo. Esto despertó mi interés y decidí que tenía que generar proyectos en mi isla, que tenían que verme y valorarme como actriz y sobre todo como actriz canaria que soy. Partía de la base de que no conocía a nadie del audiovisual canario y ellos a mí tampoco. Ya teniendo a Dani en las redes sociales vi que publicó que necesitaba una actriz para un corto y no dudé enviarle mi material. Desde ese momento he ido sumando proyectos y más proyectos y despertando el interés de directores y productores de la isla.
Por lo tanto aunque mi residencia habitual sea Madrid desde que tengo 17 años tengo muy claro que seguiré haciendo proyectos en mi isla ya que creo que he ido creciendo profesionalmente y personalmente y quién sabe si tenga que volver a la isla por un tiempo porque me salgan más proyectos. Estoy abierta a todo y creo que el camino te va abriendo las puertas si eres tú misma, si valoras a la gente que está contigo y apuesta por ti.

Soy de la opinión que hay que ser activa, en mi caso como actriz pero sin sobrepasar los límites. Creo que debemos de concentrarnos un poco más en el trabajo y en ser conscientes que el camino no es un camino de rosas sino de obstáculos que hay que ir sobrepasando y siempre aprendiendo de nuestros errores.-


MADRID O LA FALSA SENSACIÓN DE FRACASO



Para elaborar este artículo nos pusimos en contacto con otra actriz canaria, también residente en Madrid para que nos contara su experiencia, pero prefirió no plasmarla por escrito y permanecer en el anonimato.

-Buf, preferiría que no. Me vengo abajo hasta yo.
Lo que pasa es que es super triste en realidad. Porque ahora estoy currando en una discoteca y por los horarios me he olvidado de seguir con el teatro. No creo que pueda contar nada que motive a nadie que lo lea.
No me siento orgullosa supongo...
Lo veo como un fracaso.
No sé, años formándome como actriz, luego ruedo diez o doce cortos, un par de obras de teatro... Luego ya nadie sabe quien soy. Paso al olvido, y de ahí a la discoteca...-

Ella, al igual que muchos de sus compañeros, se formó en la cantera de la EAC, y también al terminar decidió hacer las maletas y perseguir su sueño.
En Canarias había hecho un par de cortos, dando muestras de su alta calidad interpretativa, y estaba empezando a ser conocida en el reducido mundillo del cine isleño.

-Echo de menos aquella época, no te voy a decir que no. Quizás si me hubiese quedado en Canarias hubiera seguido rodando, pero no me arrepiento de haberme venido a Madrid. Incluso estando aquí he hecho cosas maravillosas. Pero lo cierto es que cuando no estoy rodando es como si me apagara poco a poco.

No sé, quizás me faltó fuerza o autoestima para pelear por hacerme un hueco aquí en la industria. No pasa nada. Las cosas son así.-

Hay cierta tristeza en la forma en la que ella nos cuenta todo esto, y también cierta nostalgia, quizás por una época en la que se tenían 20 años y nada era imposible, pero percibimos en sus palabras que hay también aún bajo la piel una ilusión intacta, aquel gusanillo que te picó en algún momento de su vida y que no te permite renunciar a lo que realmente amas.


YAZMINA RAMÍREZ: LA RENUNCIA VOLUNTARIA



Tenía varios sueños y unos entraban en conflicto con otros; aunque si te soy sincera, mi sueño siempre ha sido actuar ,no ser conocida...prefiero ser reconocida por mi gente y por mí misma al mirarme al espejo.”

El caso de la actriz canaria Yazmina Ramírez es uno de los mas llamativos. Ella lo consiguió. Lo tuvo en la mano.
Seleccionada entre cientos de actrices de todas partes de España para encarnar uno de los papeles principales en aquella serie que se llamó “Amar en tiempos revueltos”, en el último momento decidió renunciar y regresar a Canarias, donde a día de hoy es madre de dos hijos y profesora de arte dramático.

   -Contar mi experiencia en Madrid supone recordar una bonita etapa de mi vida. Una etapa de decisiones...un cruce de caminos.
Terminé la Licenciatura de Arte Dramático en la Escuela de Actores de Canarias en el año 2007. Tuve mucha suerte porque pude hacer Teatro, Cine, Televisión, Animación y, tras hacer el Certificado de Aptitud Pedagógica (C.A.P.) empecé a dar clases de Teatro.
Tenía a alguien muy cercano en Madrid que trabajaba en televisión y me habló de un casting para una serie de largo recorrido, de época, con un gran reparto, una gran organización, de emisión diaria,...y donde iban entrando y saliendo personajes.
En ese momento dije, “bueno, me voy a Madrid unos días en plan vacaciones con mi pareja y me presento”. Así lo hice. Me alojé en un hotel en Gran Vía.

Recuerdo las fotos en la Puerta del Sol, paseos por el Retiro, visita a los Museos, ver el Musical La Bella y la Bestia en el Teatro Coliseum, día en el Parque Warner, subirme en metro y que nos roben la cartera, etc.; todo muy turístico.
Llegó el día para el casting.
Estaba súper tranquila. Primero por la compañía y segundo porque no estaba nada condicionada. Era otra cosa más que iba a añadir a mi viaje turístico madrileño. Mis expectativas eran las de ver cómo eran los casting en Madrid porque en la isla al final es con compañeros a los que conoces y con los que, si no es en una producción es en otra y al final, coincides. Yo tenía una dicción justita. Mi acento es “muy canario” y, sinceramente, me encanta. Pero la serie era de época y tenía que, como mínimo, llegar a esos finales de frase entonados y masticados. La suerte fue encontrarme con otra actriz que era andaluza que me quitó todas las dudas de que, el acento es algo que nos dibuja y nos hace únicos.

Hice el casting y me volví a la islita. Comencé a dar clases en distintos centros y empezó a entrar en mí el veneno maravilloso de la Docencia. Tuve muchos grupos con gente con un talentazo increíble y mejor corazón.
Pasó el tiempo. Un día me llaman. Yo ya ni me acordaba de lo de aquel casting en Madrid al que fui. Me dicen que les gustaría hacer una prueba conmigo para un personaje. “¿Qué?”. Estuve dándole muchas vueltas pero al final decidí ir aunque, ya solo para “trabajo”.
El dinerito no era mucho en mi bolsillo. Ya estaba hipotecada y, aunque currando sin parar en todo lo que salía, no daba para mucho. Esa persona cercana, a la que no nombro por respeto a su intimidad y por mi máximo agradecimiento por todo, fue muy generosa conmigo y me invitó a alojarme en su casa mientras pasaba las pruebas para la serie.

Estaba en Madrid pero ya la Puerta del Sol no era tan alucinante. Gran Vía se volvió gris y triste. Los Museos ya no eran interesantes. Los musicales inaccesibles. El metro un lugar inhóspito en el que me aferraba a mi bolso y esto hizo que fuera caminando a todos lados pues, el poco dinero que llevaba era para comer, taxis hasta las afueras para la productora y aeropuertos.

Recuerdo pasear sola, mirar al horizonte y sentirme como Dorothy en el Mago de Oz…pero yo no tenía ni camino de baldosas amarillas ni unos zapatos de rubíes.
En le productora todos/as eran muy profesionales y amables. Ya no había tantos actores y actrices. Éramos poquitos en las pruebas pero, mis compañeros eran increíbles y con unas ganas enormes de trabajar en una serie de esa envergadura. Sus ojos brillaban y hablaban emocionados por aquel momento que, sentían que sería una gran oportunidad para ser reconocidos/as a nivel nacional e internacional. Yo, simplemente, estaba allí.
Sin embargo, mi melancolía supongo que tuvo que ser un aditivo perfecto que enganchó con un personaje.
Aquello se ponía serio.
Y tomé la decisión que marcó mi trayectoria profesional. Llamé a mi pareja y le dije…”por favor, cómprame un pasaje, me vuelvo a casa”.

En el vuelo de vuelta a la isla descansé como nunca. Dormí como un bebé tras días sin pegar ojo así que, pienso que todo aquello fue un sueño.
Al llegar él estaba allí. Lo abracé y le dije, “quiero ser mamá”.
En Septiembre de 2009 nació mi hija y en Septiembre de 2012 mi hijo.
Hoy tengo una familia.
Ellos me ofrecen cada día poder interpretar el mayor personaje al que nunca creí tener la oportunidad, ser su mamá.
Esta historia de “amar en mis tiempos en Madrid”, fue breve, fue intensa y crucial a nivel laboral.
Mis palabras van para todos/as esos/as actores y actrices que se van con su maletita a los “madriles” en busca de “su sueño” y que luchan cada día con sus decisiones, un gran aplauso y todo mi cariño.

Poder decidir nos hace libres ,y yo, amo mi libertad.-



¿CONCLUSIÓN?

Ninguna supongo.
O todas.
O la misma de siempre. Que mientras en nuestro archipiélago, eterno deudor de una lejanía y una fragmentación territorial, no se establezcan las bases para una futura industria que promueva una producción cinematográfica estable y continuada, nuestros talentos, actores, actrices, maquilladores, realizadores, sonidistas etc etc tendrán que elegir entre el exilio voluntario o verse abocados a trabajos que, en el mejor de los casos ,poco tienen que ver con el cine, malgastando así su creatividad y su talento.
Aquí en Canarias también hay restaurantes de comida rápida donde desperdiciarlo...