sábado, 9 de septiembre de 2017

Llegaré tarde a Hendaya


El año pasado nuestro cortometraje "Nadie" empezó a recorrer festivales por todo el mundo.
Colombia, Turquía, Estados Unidos...
   Te avisaban que te habían seleccionado y te entraba una alegría por todo el cuerpo, por el simple hecho de que a alguien le gustara y valorara tu corto como para seleccionarlo en un festival internacional.
   
   Pero sólo eso, que no es poco, vamos, pero sabíamos que no iríamos ni a Colombia ni a Turquía, no asistiríamos a ninguno de esos festivales, ni sabríamos nada de ellos a no ser que se diera el dificil caso de ganar algún premio.

   Luego llegó Hendaya.
Al principio no era mas que eso, otro festival anónimo más.
Pero no. Hendaya no era otro festival más.

Allí fuímos en Octubre pasado invitados por el festival los tres canarios seleccionados con tres hulmides cortitos, mi amigo Lamberto Guerra, el crack lanzaroteño Íñigo Franco y un servidor

Ya plasmé en una entrada de este mismo blog mis sensaciones al regresar de Hendaya.
(Los tres días de Hendaya)
 
Volvimos flipándolo, por el cariño, por el calor humano, por una filosofía social y un ambiente que nunca habíamos visto. 

Cierto que nuestro referente era el festival de Las Palmas... vamos, que el listón no estaba muy alto... que no, que es broma... gshhhhhh...

   Si "Nadie" era un pequeño cortometraje, humilde, que versaba sobre, como lo definió García Rojas, la insoportable levedad del ser, "Amanecer", nuestro siguiente cortometraje caminaba por la misma senda.



Así que deseaba con toda la fuerza de mi corazón que "Amanecer" fuera seleccionado este año en Hendaya, porque eso significaría repetir la maravillosa experiencia del año anterior.

Y así fue. Tanto nuestro "Amanecer" como el preciso y contundente corto "Lo que no se ve" de Lamberto habían sido seleccionados, con lo que nuestra alegría estaba desbordada.
Volveríamos este año a Francia, iríamos otra vez Lambert y yo, que, aunque conscientes de que al lugar donde fuiste feliz no debieras tratar de volver (como dijo Sabina), no queríamos perdernos la cita por nada del mundo.

   Yo estaba en paro, así que no tendría problemas para poder hacer el viaje.

Pero en eso suena el teléfono.
Es un antiguo compañero de trabajo.
-Dani ¿estás currando? ¿no? pues mira, en mi curro están buscando un camarero, te he recomendado a mi jefe. Aquí se está de puta madre, buenas condiciones, sueldo de antes de la crisis...-

¿Qué hace uno ahí?
Miras tu cuenta del banco y sabes que no puedes permitirte renunciar a ese puesto.
Anotas mentalmente pros y contras, sueldo, cotización, con ese dinero al mes puf... puedo seguir rodando mas cortometrajes sin depender de nadie... si, joder, pero ¿Y Hendaya?

Vas a currar con la esperanza oculta de que algo vaya mal, que te despidan, que no superes el periodo de prueba...
Piensas en currar un mes y medio, y despedirte, juntar sueldo y medio justo a tiempo de pillar el avión.

Pero sabes que si te vas voluntariamente no cobrarás el paro ¿de que vivirás? ¿cómo harás la compra? Septiembre, material escolar del niño...

Incluso ayer llegué a romper una cosa delante del jefe, con la esperanza de que me echaran a la puta calle, pero nada.
Por lo visto, soy demasiado bueno en mi trabajo...

Mierda... si fuera peor camarero y mejor cineasta...