No hace mucho, tuve la oportunidad de ver "Juegos de Lucha" de David Xarach, un largometraje independiente, sin subvenciones, hecho en Canarias por canarios.
Ése fue el principal motivo por el cuál quise verlo, porque creo que rodar un largo independiente en estas islas perdidas, sin subvenciones, demuestra un amor por el cine, (y unos huevos como macetones) que ya quisieran muchos subvencionados habituales.
(Jo qué pesao el Lacave con lo de los subvencionados... bueno, es mi blog ¿no? escribo lo que quiero)
Pues eso.
Viendo el largo de Xarach, me encontré con una grata sorpresa. De pronto me vi ante uno de los actores mas entrañables con los que he tenido la oportunidad de trabajar, y me refiero, como ya reza la foto, al gran Samuel Nemirovsky.
Samuel era un genial actor argentino, de la misma escuela y a la misma altura interpretativa de un Alterio o un Luppi. que, por suerte o por desgracia, vivió hasta su muerte en esta ciudad de indigentes culturales que es Las Palmas de Gran Canaria.
Tuve la oportunidad de conocerle allá por el año 2004, cuando yo, inmerso en la pre-producción de mi cortometraje "Hanna después del tiempo", buscaba un actor principal que tuviera más de 60 años.
Esto, que parece bien simple, y lo sería en cualquier otra parte de nuestro país, era harto complicado en nuestra ciudad. ¿un actor mayor, que sepa interpretar bien el drama?... Así que el encuentro con Samuel era casi inevitable.
Durante aquella época tuve la oportunidad de conocerle de cerca. ¿Cómo olvidar sus historias? - Que si hizo teatro en París, que si participó en una película pornográfica en Canadá-
Siempre con su gorrita de proletario, rondando por la terraza del Hotel Madrid... y con aquel sexto sentido para presentarse en todos los eventos con canapés incluidos.
Todo un personaje, un aventurero al que yo le envidiaba sus viajes y sus historias.
Samuel me regaló aquella impresionante interpretación en "Hanna después del Tiempo" y se fue. No hubo tiempo para mas.
Pero antes de marcharse, nos brindó a mi amigo David Delgado y a mí un último regalo.
En la habitación del hospital a la que fuimos a visitarle para despedirnos, nos dedicó una frase que llevo grabada a fuego:
"Cuando ruedas una película, si crees realmente en lo que estás contando, eso hará que ames lo que estás haciendo, y entonces, siempre, siempre, te saldrá bien".