lunes, 24 de septiembre de 2018

"Platón" : Cine desde dentro hacia afuera.

   
   Si nuestro mundo, la realidad social de nuestras calles, casas, y las personas que las habitamos, pudieran contenerse todas en un folio en blanco, bastaría con poner ese folio a contraluz para que pudiéramos ver "Platón", el primer largometraje del realizador canario Iván López.

"Platón" es una radiografía social en toda regla, pero siempre desde el punto de vista humano, de dentro hacia afuera, cine desde las vísceras. Y nos llega de la mano de un realizador que se ha educado cinematográficamente sobre una sólida y solvente carrera como cortometrajista, siendo este largo el resultado natural de su evolución como cineasta, una extensión lógica de sus anteriores trabajos en el terreno del cortometraje.

   Siempre me interesó el cine de Iván López, un cine lleno de contenido, de voz propia, que en este primer (y seguro que no último) largometraje revienta como si pincháramos un globo y todo su mundo interior explosionara contra nuestras retinas.

   "Platón" es la historia de dos jóvenes, Arian (Leandro González) y Milena (Alba Tonini), reflejo de una juventud intemporal, una historia que podría hablar de los jóvenes de cualquier época, jóvenes que buscan respuestas sin encontrarlas, o al menos, no las respuestas que buscan.

   Desde el punto de vista visual la película es impecable.
Siempre se dice en las academias de cine que el primer plano que se ve en una película debe definir y contener la película en si. 
Bien. Puede ser cierto o no, pero en esto "Platón" se lleva un sobresaliente.
Lo primero que vemos como espectadores es el rostro de Airan en primerísimo primer plano, con la mirada fija, mientras fuera de campo escuchamos a unos jóvenes discutiendo. La cámara retrocede en traveling para mostrarnos al protagonista detrás de una verja metálica a modo de barrotes de una cárcel, atrapado, preso de una realidad que se nos muestra a continuación en el siguiente plano. Jóvenes poligoneros discutiendo en una pelea de barrio, en un ambiente hostil y desagradable.
¿Puntuación de salida? Diez sobre diez.

   Los paisajes elegidos como telón de fondo son minuciosamente seleccionados para definir los estados de ánimo de los personajes. calles lúgubres, fachadas llenas de grafittis, canchas de barrio, túneles etc etc. Será sólo al final, como metáfora liberadora, cuando López sitúe a sus personajes, Milena y Airan en un hermoso mirador abierto sobre la ciudad.




   La realización es también irreprochable. La cámara en mano le confiere ese lenguaje perfecto para narrar desde el realismo sucio, con los rostros en primer término y los fondos rotos, escudriñando emociones, sabedor de que en el cine socialmente humano, o humanamente social, lo que importa es el personaje, apoyado todo ello por una magnífica fotografía indie.

   A nivel interpretativo, los actores están todos muy bien, Sofia Privitera, Carmen Hernández,  Patricia Álvarez, todos mas allá de lo académicamente correcto, destacando, sin desmerecer a nadie, el trabajo de Alba Tonini y el de Vicente Ayala, (este último en el papel del padre alcohólico del protagonista), ambos, a mi parecer, en estado de gracia.




Así que si hubiese que ponerle alguna pega a este largometraje, sería difícil. Quizás peque de excesivo metraje, algo que hace sufrir en algunos momentos muy puntuales el ritmo narrativo.
Pero esto se le perdona porque adivino, creo adivinar al menos, que es así porque Iván no quiere renunciar a contarnos todo lo que siente y quiere decirnos y decirse a si mismo, todo eso que se lleva dentro cuando quieres hablar a través de la pantalla de forma honesta y sincera, sintiendo realmente lo que estás contando.

  Sí. Quizás después una primera mitad brutal, apasionante, directa al estómago, de esas que no te sueltan, tras el primer encuentro con el padre, la narrativa se escore ligeramente hacia una zona un pelín mas melodramática. Puede ser. Pero Iván sabe perfectamente por donde camina y detrás de cada escena hay un control absoluto de la narrativa, llegando exactamente a donde quería llegar desde el principio.

Así pues, felicitar al equipo humano que hizo posible esta película por un trabajo redondo, casi perfecto, al que desde aquí le deseo toda la suerte del mundo en el ya de por si difícil recorrido al que un largometraje independiente pueda enfrentarse en este mundillo audiovisual canario.

Y por lo demás, me voy a sentar aquí a esperar el próximo largo de Iván.
Seguro que la espera merece la pena.