lunes, 10 de mayo de 2021

Cine desde el vientre

   


 

   Mi idea sobre el polémico tema de los vientres de alquiler ha estado siempre alineada con las posiciones de izquierdas. 

El vientre de alquiler es lucha de clases. 

Es la pobre que se ve obligada por el sistema económico a alquilar su vientre para engendrar un bebé que venderá a una familia rica que pueda pagarlo.

Hace unos años, en una conversación de terraza con unos amigos, hablando del tema, me contaron la historia de una amiga que, viviendo en el extranjero, había acudido a un vientre de alquiler para poder tener a su hijo. 

La conocida de mis amigos había sufrido una enfermedad que le impedía concebir, y la única salida que encontraron fue la de la gestación subrogada.

El caso es que esta persona en cuestión no era una rica y malvada burguesa de clase alta, ni su marido era un alto ejecutivo de una poderosa empresa. Eran gente sencilla, trabajadora, de clase media, que con muchos sacrificios habían conseguido reunir la cantidad necesaria.

Esa historia echó por un momento por tierra todas mis ideas sobre luchas de clases, y burgueses y proletarios.

Mi duda solo duró un instante, cuando comprendí que este era un caso excepcional, una minoría en la estadística, mientras otros argumentos como la adopción (que también cuesta dinero, y sobre el papel también pagas por tener un  hijo), etc etc rondaban mi cabeza.

Pero me mantuve en mis ideas. Es lucha de clases. Lo digo y lo mantengo.

Pero aquella misma tarde , en aquella terraza, una anécdota me despertó de repente la narrativa oculta que, años después, cristalizó en nuestro último cortometraje.

La madre biológica acudía al cumpleaños del niño a llevarle un regalo.

En mi mente creativa se encendió  de pronto la bombilla y al día siguiente ya había construído un borrador de guión alrededor de esa imagen. La madre biológica, el cumpleaños, el regalo...

Después ya solo tuve que rellenar el resto.


 

Quizás (bueno, quizás no, seguro) sin aquella conversación de terraza, mi película sobre la gestación subrogada hubiera sido muy muy diferente.

Se habría parecido mucho más a "Los Pechos de Paula" (2009) donde, de otra forma y en otro conexto, hablé de algo muy parecido. En aquella ocasión cargué las tintas contra la familia rica y burguesa, mostrándoles ante el espectador como lo peor de lo peor. Mi corazoncito marxista hizo el resto. Los abusos de poder, las desigualdades.  Los burgueses de "Paula" eran unos auténticos malvados.

En esta ocasión podría haber sido igual. Al fin y al cabo sigo igual de rojo que hace 12 años.

Pero quizás me estoy haciendo viejo, porque en esta ocasión no hay malos ni buenos. La madre biológica vende a su bebé por necesidad económica, producida por su condición de inmigrante de una Europa del Este arrasada por el Capitalismo salvaje. Y los padres adoptivos sí, son ricos y burgueses, clase alta acomodada, pero no hay esa maldad casi caricaturesca que vimos en "Los Pechos de Paula". Al final son solo una pareja que quiere un hijo por encima de todo y no pueden.


 

Así que con "Madre(s)", aunque mostramos el origen económico del problema, causado por un  más que injusto sistema socioeconómico global, no entramos a juzgar a nadie. No nos posicionamos ni a favor ni en contra. Solo mostramos al espectador a las dos madres y les dejamos pensar. 

No es equidistancia, para nada. Yo tomo partido claramente por quien yo sé que tomo partido, y creo que cualquiera que vea el corto podrá verlo, pero sí que intenté huir del cliché, del estereotipo, y abordarlo todo desde el punto de vista humano. 

Como dijo un sabio director de cine una vez, lo que nos pasa como individuos es resultado de lo que nos pasa como sociedad.

Espero que les guste, y que les haga pensar y reflexionar.

Y ya si consigo emocionarles y arrancarles una lagrimita, pues ya me podré morir feliz.

 


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