domingo, 15 de septiembre de 2013

Una noche en La Escuela Encantada

   
No conocía La Palma. No había tenido oportunidad de visitarla hasta ahora.
  Por eso cuando la realizadora Mercedes Afonso me propuso, durante uno de esas conversaciones en el Festival de Las Palmas, acudir a un encuentro / taller de cine canario que iba a organizar en su isla, pues le dije que sí enseguidita. Una por eso, por ver una isla que no había visto amén de quedarme en El Paso, pueblo natal de mi abuela; dos porque la cosa iba de cine; y tres, por supuesto, por lo rematadamente bien que me ha caído siempre Mercedes, desde que nos conocimos allá por el 2009, cuando se "infiltró" en una jornada de localización que hacíamos el equipo de "Los pechos de Paula".

   ¿Qué decir?
Pues que me ha encantado la experiencia. Todo. La isla, la gente, el encuentro, el taller, las campanas de la iglesia.

   Para ser sincero, no sabía exactamente a lo que iba. Sí, un taller, alumnos, tráete tus cortos y los proyectamos, pero vamos, que no sabía realmente en que consistía el tema.
   Me llevaron a La Escuela Encantada, una vieja casona reconvertida en ecuela de cine y asociación cultural. Allí compartí la experiencia con otros también nombres del audiovisual canario como el amigo director productor distribuidor Ángel Valiente, el colega realizador Iván López y el compañero de sonido Manolo Tricás.

   Merchi daba el curso a un interesante grupito de alumnos de varias edades, metiéndoles el gusanillo por el cine en el cuerpo, y nosotros le echábamos una manita. Prácticas, edición etc etc...

  Las noches en la escuela, compartiendo techo y manta con mis compis, aderezadas de algunas que otras gotas de Arehucas Blanco no podía dar como resultado mas que la idea de rodar un corto el último día del curso con los alumnos.
   No estaba previsto, pero el entusiasmo de los alumnos y la euforia intensa nos obligó a rompernos los sesos para escribir un guión que pudiéramos rodar.

   Las noche son largas y el ron abunda, con lo que en apenas en dos noches de ésas de acostarte a las 5 de la mañana, parimos entre los cuatro (con ayudas fortuítas, frases épicas y brainstormings involuntarios) un guión sin título tan paranoíco que respetaba el espíritu (según me contaron) de años anteriores.

   Me tocó dirigirlo a mi, pero vamos, que aunque me hubiera tocado llevar los cafés no me hubiera perdido ese rodaje por nada del mundo.
   Lo disfruté como un enano. e hicimos algunos descubrimientos entre los alumnos de esos de diamantes en bruto que hacen que mantengas la esperanza en el futuro audiovisual de nuestras islas.

   Mis compañeros, que ya habían asistido otros años a los talleres, no paraban de decirme que era una pena que yo no hubiera conocido la Escuela Encantada en su época gloriosa, cuando los talleres eran mas extensos, mas intensos, mas de todo.
   Yo no puedo compararlo claro, porque no estaba, pero que me lo pasé pipa me lo pasé pipa.

   Y ya está. Después de ésta, la Ecuela Encantada cierra sus puertas y Mercedes emprende otros caminos. 
Así que solo puedo agradecerle que contara conmigo para esta edición final de su sueño, y de que, aunque otros años se rodaran seis y siete cortos durante los talleres, me tocara a mi dirigir el último de ellos, cerrando, como dijeron mis amigos, un ciclo.

   Gracias a todos, compañeros y alumnos. Ha sido un placer trabajar con ustedes. Ha valido la pena.