En el fondo, creo que fue, ante todo, un acto de amistad.
Sólo así se explica el que cuatro o cinco canarios de ambas provincias nos diéramos cita en Madrid durante tres días para rodar un cortometraje.
Porque es en este tipo de experiencias donde se crea la amistad y la complicidad creativa, que les aseguro que es una de las pocas razones que aún me quedan para seguir dedicándome a esto.
Un guión bien simple, con sólo dos actores y tres localizaciones. Un equipo reducido al mínimo, tanto que hubo veces que yo mantuve un Led con una mano y un difusor con la otra mientras trataba de ver el monitor, y otras en las que Borja, el actor, mientras no estaba en plano se encargaba de la toma de sonido.
Una historia mínima, íntima, sutil, sobre la tristeza, la soledad y la pérdida. ¿Qué? ¿Que me repito? Puede ser ¿y qué?
Un elenco artístico maravilloso. El actor Borja Texeira, a quien puedo llamar Amigo con mayúsculas en el papel protagonista y la joya interpretativa de Cristina Piñero, en nuestra segunda colaboración juntos y en esta ocasión productora asociada del cortometraje, en el rol femenino principal.
Aprecié en ambos ese entusiasmo y ese amor por lo que estábamos haciendo , un entusiasmo que vale mucho mas que cualquier subvención de las administraciones públicas.
Y en el equipo técnico no éramos tampoco muchos más. Damián, el novio de Cris mantenía algún foco cuando estaba por allí.
Mi hermano Sergio lo mismo te hacía la toma de sonido pértiga en ristre, que se quedaba fuera de la cafetería donde estábamos rodando para cuidar los equipos a siete u ocho grados de temperatura.
Mi hijo Víctor hacía la claqueta, e incluso le dejé dar las voces de acción en uno de los planos.
Y finalmente, datrás de la cámara , el señor Pablo García Gallego.
No es ya sus conocimientos técnicos, ni su increible capacidad para operar una cámara (Debo decir que en todos estos años dedicado al audiovisual no he visto a nadie capaz de mover la cámara en un slider al mismo tiempo que panea y transfoca con una distancia focal de un 85mm como lo que le he visto hacer a Pablo). Pero no es sólo eso.
Lo que le convierte a mi juicio en un fuera de serie es su infinito entusiasmo por lo que hace, su desmedido amor por la imagen captada, vamos, su "flipe audiovisual" por decirlo de alguna manera.
7:30 de la mañana por Madrid a 6 o 7 grados sobre cero, grabando recursos por Gran Vía y Plaza de España, y Pablo saltaba de alegría con los planos que su lente anamórfica le ofrecía.
un plano de "Amanecer" |
Y luego está la complicidad y la compenetración artística.
Un plano secuencia. Cámara en mano.
YO: -¡Corten!
PABLO: -¡Cojonuda!
YO: -¡Se caga la perra!
PABLO: -¡Buenísima!
Sólo nos faltó cogernos de las manos y dar saltitos en corro. Ese entusiasmo y esa adrenalina de amor por el plano no lo ves todos los días.
Y a pesar de ser cuatro gatos, de que Cristina hacía también de maquilladora, de que rodamos bajo la aparente precariedad del cine leve, estoy seguro que el resultado va a reflejar una realidad bien distinta.
La calidad de la cámara y sobre todo de la lente anamórfica con la que rodamos, en un rollito ahí en plan 70mm, va a dotar de una textura y estética final nuestro pequeño cortometraje que nada tiene que envidiar a otras producciones mas costosas.
un plano de "Amanecer" |
Y si a eso le sumamos el trabajo de dos actores en estado de gracia...
Bueno, pues eso, que el cortometraje se titula "Amanecer", que está rodado en Madrid por un grupito de amigos, con el presupuesto justo para cenar kebabs y almorzar bocatas, y que espero que les guste.
Y si no les gusta, pues mira, tan amigos... (que me quiten lo rodado...)