sábado, 25 de septiembre de 2021

Un acto de rebeldía


 

Lo de que nadie es profeta en su tierra me viene tocando ya un poco las pelotas. Sobre todo en una tierra como la nuestra repleta de profetas oficiales e iluminados en nómina .

De cualquier manera, supongo que en el fondo da igual. Dentro de apenas treinta o cuarenta años estaremos todos muertos y nadie se acordará de nosotros ni de nuestras películas, y mucho menos de nuestras disputas y diferencias.

Pero bueno. Aún seguimos aquí y es lo que hay, y un poco como la Orquesta del Titanic, seguiremos tocando hasta el final.

Tener que enterarme de retazos de conversaciones en las que se dice, por ejemplo, perlas como: "A poco que yo pueda, Lacave no entrará jamás en este festival", o "¿Cómo vas a seleccionar a este tío? ¿estás seguro? Mira que éste va y te la arma".

Afortunadamente, la respuesta fue: "No selecciono a este tío, selecciono su película, que es de lo que se supone que tratan los festivales de cine".

Aunque bueno, la verdad es que no recuerdo haberla armado, como cuenta la leyenda. Recuerdo haber dicho en un escenario que había presentado cinco cortos ese año, y que algunos de esos cortos tenían un contenido de denuncia social o crítica, y que me hubiera gustado que seleccionaran alguno de esos, por los tiempos convulsos en que vivimos, pero que así todo estaba muy contento con estar selccionado.

Mágicamente, y por arte de birli y birloque, eso se convirtió en "Han seleccionado el corto que menos me gusta" Jo , pues que no lo hubiera presentado ¿verdad?.

También recuerdo decir en ese mismo escenario que algunos de los que hacemos cine en Canarias tenemos que trabajar en actividades que no tienen nada que ver con el cine, como la hostelería por ejemplo.

En otra ocasión , en un debate sobre un documental sobre cine canario, dije mi opinión, que los festivales de cine financiados con dinero público tenían una responsabilidad cultural con el sector, un sector en precario, y que su labor debería ser apoyar a todos los creadores canarios, no solamente a los de una tendencia onírica o abstracta, por el bien de nuestra inexistente industria.

Pero nada mas, la verdad. No recuerdo haberme sacado la chorra en el escenario, ni haber escrito con sangre de macho cabrío nada en las paredes de la sala de proyección ni nada por el estilo. 

Pero claro, cuidado. Si el concepto de "ir a armarla" o de "liarla" que tienen algunos es el de no adherirse al movimiento, el de no seguir el pensamiento único y no aplaudir con las orejas todo lo que haces, pues sí, puedo entender que para estos, el ser crítico, reivindicativo y no alinearse ni arrimarse al sol que mas calienta sea sinónimo de "ir a armarla".

Entiendo que puedas sentirte molesto si alguien se sale del guion en tu festival y digas "A este no lo quiero en MI festival", pero es que no es "TU festival". es un festival financiado con dinero público, y eso lo convierte en "nuestro festival", mío también. Tú solo lo gestionas con el dinero que nosotros te damos, y te llevas un sueldito a tu casa gracias a eso, por cierto.

Claro que meterse en jardines es lo que tiene. Pero ¿Qué es lo bonito del cine, al fin y al cabo, si no es meterse en jardines? Abrir debates con tu película es de las mejores cosas que tiene el cine. ¿Que mi película sobre los vientres de alquiler es meterse en jardines? Bueno, es que era eso o  hacer cortitos sobre una parejita que se conocen en una librería, los dos quieren comprar el mismo libro, pero solo queda un ejemplar, entonces deciden comprarlo a medias, y claro, el amor surge y bla bla bla, y pastel pastel pastel...

Buah, en serio, mira tío. Que todo esto pasa factura es algo que yo ya sabía. Y aunque es muy grave, realmente grave, que se digan cosas como "Este tío no va a entrar en este festival ruede lo que ruede", o "No selecciones a este que te la puede liar" en un festival financiado con dinero público, es algo que asumí hace mucho tiempo. Por supuesto que a los alineados y a los asociados les va a ir mucho mejor que a mi.

Los actos de rebeldía siempre pasan factura, y eso es algo con lo que uno puede vivir o no. Es, al fin y a la cabo,  una elección personal y hay que aceptar las consecuencias.

Después de todo, como dijo Stefan Zweig: -""Un acto de rebeldía que no conlleva riesgo para el que lo comete, no es más que un estéril afán de protagonismo"-


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