martes, 19 de julio de 2016

"La Otra" . Rodando al borde del abismo.



“El arte necesita o soledad o miseria o pasión. Es una flor de roca que necesita del viento áspero y del terreno duro.” 

   Esta frase es de Alejandro Dumas, (hijo, creo)... Ya saben, aquello de que las mejores obras nacen del sufrimiento.
   Bueno. Está claro que Alejandro Dumas nunca se fue tres dias de acampada a rodar un cortometraje a la Presa de Las Niñas en pleno verano, con mas de 39 grados a la sombra.
   Yo te cuento si quieres lo que es el terreno duro y el viento áspero, Alejandro.

   Cuando nos montamos en los coches y metimos el equipo en los maleteros no sabíamos que el motor nos dejaría tirados en mitad del túnel de Taurito, y que nos pasaríamos mas de dos horas allí esperando la grua.

   Tampoco sabíamos que al día siguiente fallecería un familiar de un miembro del equipo, concretamente el de la persona que debía traernos la comida, la bebida y el hielo mientras rodábamos en la presa.
   Que las provisiones se nos irían consumiendo mucho mas rápido de lo que pensábamos.

Pero bueno, tampoco quiero aburrirles. Obviemos los mosquitos del tamaño de portaviones, los pasos nocturnos alrededor de las casetas que las actrices y la ayudante de dirección aseguraron escuchar, y que me obligó a montar guardia machete en mano toda la noche, o las bolsas de basura improvisadas disfrazadas de bolsas donde guardar mi ropa limpia y los permisos de rodaje...

¿Qué decirles? ¿Que vomité en el viaje de vuelta? ¿Que me dió una lipotimia debajo del árbol de Casandra rodando una de las escenas y tuvimos que parar el rodaje? ¿Para qué?



   Lo importante volvió a ser el factor humano. Éramos como siempre un leve equipo de rodaje, formado por nueve o diez personas. Algunos habituales y familiares, que habíamos compartido un año de nuestras vidas rodando aquellos "Días Vacíos".
   Pablo García Gallego a los mandos de su cámara, con esa capacidad impresionante para operarla. Alguien que, pese a su juventud, ya no tiene que demostrar nada a nadie, porque su talento está ya más que acreditado.
   Samuel Dávila a cargo de la producción, Dani Mendoza al sonido, Cami Mendoza, haciendo de todo, maquillaje, claqueta, ayudantía. Paco Perdomo, el incansable jefe de eléctricos de Sonovisión.
   También los nuevos fichajes, como Alba Cabrera y Danny O´Brien. Se sumaron al grupo familiar y al segundo día parecía que habían estado allí siempre en nuestros rodajes anteriores. Siempre pendientes de lo que hacía falta para el equipo de cámara y la producción.
Y Damián Hernández. Damián, amigo, sin ti, muy dificil. Seguramente nos hubiéramos comido unos a otros la segunda noche en plan walking dead sin tus hamburguesas.

   Y las actrices.
Con Cristina Piñero , después de un largo y dos cortos sobran palabras. No es ya su maravillosa capacidad interpretativa, sino también su implicación total con la producción. De hecho, si hoy tenemos este cortometraje en las manos es gracias a ella.



   La pequeña Sol Mendoza, en nuestra tercera película juntos, que ya con sus trece años cuenta con una filmografía en el cine canario que muchos licenciados de la EAC quisieran para sí mismos.

 

Y dos felices descubrimientos para mi. Yazmina Guerra y Saida Fuentes, con las que no había trabajado anteriormente.
Nunca he sido de hacer castings a los actores y actrices. Nunca me ha gustado hacer pasar a nadie por situaciones incómodas y menos si no hay dinero de por medio,
Así que me dejo llevar muchas veces por la intuición. Algunas veces esta intuición no ha funcionado, pero la gran mayoría de las veces sí, y en esta ocasión no se equivocó.



frame de "La Otra"

   Más allá de un gran talento interpretativo, cosa que a ambas les rebosa por los poros de la piel, está ese buen rollo en el set y fuera de él. Esa sociabilización e integración con el resto de un equipo que ya nos conocíamos todos entre nosotros, que éramos como una pequeña familia ya.
   El saber adaptarse e improvisar a las necesidades que un rodaje extremo como éste demandaba.

Yamina Guerra
 

   Ambas buscaron un hueco en sus agendas para venirse desde Madrid para rodar nuestra historia.
Y en éso pensaba yo en mitad de aquella lipotimia acostado con los ojos cerrados con los pies levantados bajo el árbol de Casandra.
   En que yo había arrastrado hasta allí a un equipo de rodaje, en condiciones extremas, y ahora les estaba fallando a todos.
   Así que desde el suelo seguí dirigiendo la película. Pablo tiraba los planos y me los enseñaba después en el visor de la cámara. 
-"Si no puedo seguir, tienen que terminarla sin mi eh Pablo"- le susurraba yo al oido.



Un poco de azúcar y de zumo de piña me permitió seguir.

   Rodar de noche, a las tres de la madrugada, no dormir, no comer, soportar los cuarenta grados, que desde las 10 de la mañana ya nos castigaban, la escasez de agua... Supongo que todo se parecía un poco a como se harán las películas después del holocausto nuclear por parte de los cineastas supervivientes.



   Pero bueno. Me van a permitir que me quede por un lado con la parte artística, y por otro con esta reflexión que me escribió Saida después de regresar a la civilización:

  
  
-"Imáginate la misma experiencia con gente chunga... A esa no sobreviviríamos!!"-

Nos vemos en el cine.