¿Ya se han leído el nuevo "Asterix", ése de "El Papiro del César"?
¿no?
Yo me lo leí ayer. El nuevo "Asterix", digo. Y me decepcionó por supuesto, como era de esperar.
¿Pero, porqué me decepcionó tanto?
Bien mirado, el ábum no está tan mal. Una aventura entretenida, con sus giros y sus gags, que incluso en algun momento consiguió arrancarme una sonrisa. Es cierto que éso no es tampoco mucho si recuerdas las carcajadas a mandíbula batiente que me brindaron las aventuras clásicas ("Asterix legionario" o "El Adivino") durante mi infancia, pero bueno, al menos ya es más de lo que me produjeron los penúltimos títulos, como "Asterix y Latraviata","El mal trago de Obelix" o sobre todo la patética "¡El cielo se nos cae encima!".
Pues creo que la respuestas no puede buscarse en los libros, sino en uno mismo.
Es cierto que tras la muerte de Goscinny, padre literario de "Asterix" la calidad cayó en picado, pero también hubo algunos títulos firmados por Uderzo en solitario, como "La Gran Zanja" o "El Hijo de Asterix" a los que recuerdo con cariño y los sitúo en la misma catergoría y a la misma altura que los anteriores.
¿Por qué? Pues porque yo era diferente. Era un niño, ávido de historietas, descubriendo por primera vez un montón de cosas.
En esa época aún no sabía que era argumentalmente imposible que Indiana Jones cayera por aquel precipicio sin agarrarse a una mas que afortunada y casual rama, ni que el guionista de "El Retorno del Jedi" no podía permitir que Luke Skywalker fuera ejecutado por Jabba en aquel monstruo en la arena de Tatooine.
Y todo aquello forjó al adulto que ahora soy, transformando todo aquel universo en algo mítico para mi.
Por eso "La Guerra de las Galaxias", la de verdad, la de 1977, la que este niño de cuatro años vio en la gran pantalla del Cine Royal en el 78, no es para mi una simple película, y revisitar sus imágenes producen en mi cerebro una reacción física y química del mismo modo que los "Asterix" clásicos o los "Tintín" no son unos simples tebeos, con simples viñetas, sino parte del niño que fuí y cimientos del hombre que soy.
Y contra eso no se puede competir, por muy bien que lo hagan J.J. Abrams, director de la nueva entrega de Star Wars o el tándem Ferri - Conrad, responsables del último álbum de Asterix.
¿O de verdad creen que si ahora saliera un Tintín nuevo, por muy bien que esté, no nos va a decepcionar, en una competencia amañada con unas imágenes que están grabadas en nuestra retina emocional mas profunda?
Y en eso coinciden Abrams y Ferri- Conrad.
Ambos han intentado rescatar del desastre de los títulos anteriores postclásicos a una saga mítica, ambas desprestigiadas por unas secuelas / precuelas infames, y lo han hecho poniendo en pie unas obras no destinadas a un público nuevo, sino apelando a la nostalgia de una generación que, como la mía, lleva a Han Solo y a Obelix en su ADN cultural.
De ahí ese "remake encubierto" que se nos revela en "El Despertar de la Fuerza", porque para esta generación nostálgica que sufrió y a la que se le descompuso el estómago con "La Amenaza Fantasma", el subidón de adrenalina y el cosquilleo que sentimos por los pies cuando Han y Chewbacca entran en escena con su frase: "Estamos en casa..." es lo mas parecido a un orgasmo emocional.
Quizás por eso se le perdonan a este "Despertar de la Fuerza" muchas cosas que no se le perdonaron a sus anteriores hermanas.
Y quizás por eso inteligentemente su guionista nos muestra a Luke en ese último plano de la película.
Parece que nos están diciendo: "Mira, mira, tipo que naciste en los 70... mira, aquí están Han, Luke, Leia, Chewbacca... esto sí que es Star Wars y no lo de Jar Jar Binks... ahora explíquenselo a sus hijos"