El blog desde las vísceras de la indigencia cultural por Daniel León Lacave
lunes, 11 de agosto de 2014
"The short night" ; La noche es corta, amigos...
El maestro Alfred Hitchcock pasó los últimos meses de su vida planificando el que debería haber sido su largometraje número 54, y que hubiera llevado por título el sugerente de "The short night".
Hitchcock era por entonces una leyenda viva que pesaba 120 kilos, tenía un serio problema con el alcohol y además era muy consciente de que la enfermedad que le consumía le condenaba a una muerte próxima y segura.
Mientras los Estudios Universal desmantelaban la oficina que el maestro londinense había ocupado durante varias décadas, y despedía fulminantemente a sus colaboradores, como Peggy Robertson, Hitchcock se reunía con su guionista para, como había hecho siempre, contarle la historia tal y como él la imaginaba para que el guionista la plasmara en letras mecanografiadas.
No llegaron mas que a alumbrar las secuencias iniciales, un plano secuencia acerca de la fuga de una prisión por parte del protagonista, seguido de una escena en la que el fugado se refugiaba en casa de una mujer a la que violaba brutalmente.
Y me quedo con esa imagen en la retina emocional.
La violación con la que siempre soñó el gordo genial. La que no le dejaron filmar en aquella escena de "Marnie la ladrona"... ni siquiera la que sí consiguió filmar en "Frenesí". No. Se trataba del protagonista, del "bueno de la película" cometiendo una violación.
Quédense con eso-
Hitchcock planificando la escena que, a pesar de sus méritos, a pesar de su éxito, jamás consiguió plasmar, al mismo tiempo que era consciente de que su oficina estaba siendo vaciada por la productora y su personal estaba siendo despedido.
Quiero creer que él mismo sabía que ya nunca llegaría a rodar esa última película, que se iba a despedir de su público con aquel guiño de ojo final de "La Trama" (Family Plot), que nunca había hecho realmente lo que quiso hacer, prisionero de su propia leyenda, pero que a pesar de todo, con la muerte pisándole los talones, no quiso rendirse.
"Me muero, Ingrid", le dijo a la Bergman la última vez que la vio.
-"Todos nos morimos, Hitch"- le respondió ella, sabiendo que el cáncer de mama la consumía también a ella.
Así que piénsenlo amigos.
Si tienen algo que rodar, háganlo ya. No esperen porque así, de repente, pasan 80 años sin apenas darte cuenta y no has hecho lo que realmente querías hacer.
La noche es corta amigos.