jueves, 11 de marzo de 2021

Rodar sin adrenalina

 


El año que viene se cumplirán 20 años desde que rodé mi primer corto.

Bueno, llevaba dos años antes haciendo cortitos en VHS pero eso no cuenta, sobre todo por lo truñazos que eran. ¿Qué? ¿Que ahora también hago truñazos? Pues sí, la verdad...

A lo que iba. Que el año que viene cumplo dos décadas en esta absurda "profesión" que consiste en contar historias, gastarte tu dinero, no recuperarlo, etc etc.

Y resulta que mañana empiezo a rodar otra nueva. En esta ocasión con todas esas cosas que para muchos son las únicas válidas a la hora de hacer cine. Ya saben, subvención, dinero público, patrocinadores, productoras legales... Buf, conceptos todos que inevitablemente me producen sarpullidos en la piel.

Se trata de una historia que dificilmente se podía abordar desde la filosfía del cine leve. Dificilmente pero no imposible, pero bueno. Así que nada, a rodar mañana mi película número 27, o 28... la verdad es que perdí la cuenta.

Pero no es de esto exactamente de lo que quería hablarles. 

Es sobre la adrenalina que recorre el cuerpo antes de un rodaje.

Hasta no hace mucho esa adrenalina recorría mi cuerpo como una corriente eléctrica. No podía dormir la noche antes del rodaje. Y daba saltitos de alegría como una niña de colegio después de cada plano... "¡Planazo!- ¡se caga la perra!" y otras lindezas emocionales que soltaba mientras planificaba o rodaba una escena.

Pero de un tiempo a esta parte ya no me emociona igual nada de esto.  Sigo ilusionado, por supuesto, en contar esas historias que me inquietan, pero ya no hay saltitos de alegría ni frases recurrentes. La adrenalina ya no corre igual, y duermo como un bebé antes del rodaje. Un bebé con otitis, pero un bebé, al fin y al cabo.

¿Y por qué? Pues no lo sé. Quizás me estoy haciendo viejo ya para esta mierda, o quizás sea el hecho de alejarme del nirvana emocional que me brinda el Cine Leve, o es que a lo mejor, al final, no sea tan maravilloso eso de rodar con presupuesto.

Claro. El rédito posterior no es el mismo tampoco. Se supone que un corto hecho con presupuesto tendrá una vida mayor en el circuito audiovisual que un cortito Leve... 

Pero lo cierto es que nada te lo garantiza. 

Escribí este guión hace mas o menos tres años, en 2018 o 2017, tras una conversación con unos amigos que me despertaron la idea. Luego el proceso de reescritura, la deriva de buscar productora, el dossier, la convocatoria de ayudas, la resolución, empezar a rodar, nos quitaron la subvención cuando ya habíamos empezado, volver a esperar a la siguiente convocatoria, otra vez las resoluciones, y al final una preproducción durísima... A mi, al menos, toda esta espera, todo ese stress, todo eso, me mata la libido. 

La mejor prevención de embarazos no deseados es una preproducción como esta.

Ni adrenalina ni sexo.

De hecho, ya el pene me está pidiendo una de Cine Leve para poder recuperar su esplendor original.

Igual no es que haya perdido la ilusión por el cine, sino la emoción por la vida.


--------------