lunes, 26 de octubre de 2020

Sin el Monopol ¿qué nos queda?

 

El multicines Monopol anuncia su cierre definitivo.

Cualquiera que tenga algo que ver con el mundillo este del Cine Canario sabrá de lo que hablo.

Aunque si bien es cierto que en el último año y medio, la nueva dirección del Cine le había dado un poco la espalda a las proyecciones canarias independientes, no es menos cierto que nos resulta imposible echar al cesto del olvido una labor de tantos y tantos años anteriores en los que Junior Melo apostó por estrenar nuestras obras en sus pantallas.

Darle la espalda al cine de aquí...

Algo no muy inteligente la verdad, porque yo recuerdo ver un Martes la sala a reventar con un estreno canario. Tener que proyectar en dos salas simultáneamente debido a la afluencia de público. Incluso vi quedarse gente fuera. Y eso , un Martes laborable, no lo conseguía ni el Yelmo proyectando La Guerra de las Galaxias.


Por otro lado, todo aquel que me conozca sabrá que soy muy crítico con el Festival de Cine de Las Palmas, pero eso no quita para que, desde el punto de vista del Cine Canario, el hecho de que el Festival y el Monopol ya no fueran juntos de la mano, era una mala noticia para este nuestro pequeño mundillo audiovisual.


Y es que allí estrené mis dos largometrajes y muchos de mis cortos.

Incluso cuando necesité ayuda urgente, la encontré en Junior.

-"Junior, he tenido un problema muy gordo con uno de mis cortos, y necesito estrenar ya".

."No hay problema, estrenas el Jueves, y la taquilla te la quedas íntegra".

Estábamos a Lunes. 

Incluso llegué a rodar dos escenas de dos de mis películas allí.

La gente dirá lo que quiera, pero yo sólo puedo estar eternamente agradecido ante algo así.


Y es que aquí en Gran Canaria, el Monopol era casi la única opción.

El CICCA, por ejemplo, tuvo una época en la que colaboraba y nos cedía la sala para proyectar nuestras pequeñas obras. Pero luego cambió de idea, y nos pedía 400 euros por usar la sala. ¿400 euros? ¿400 euros a un cineasta canario?  Yo no sé si es una broma, o es que desconocen lo muertos de hambre que llegamos a ser la gran mayoría de nosotros.

 

Llegué a estrenar también una vez en la sala de Humanidades de La Universidad, pero aquello no tuvo continuidad.

Y luego está la historia del Guiniguada, capítulo aparte. La labor que realizó durante décadas Junior en el Monopol, le correspondía realmente al Guiniguada. Eran ellos los que debían asumirla.

Esa sala es nuestra. La hemos pagado con creces. ¿Nadie se acuerda del agujero negro de dinero público (nuestro dinero) que se (nos) fue en la sala de Vegueta?

Sin emabrgo, era casi imposible proyectar alli. Es la Sala Oficial, de la élite. No es una sala para cuatro cineastas indigentes que quieran proyectar sus mierdas.

En honor a la verdad, una vez conseguí proyectar allí una sesión de cinco o seis cortos independientes. Creo que fuímos los primeros en conseguirlo, allá por 2012 o algo asi. Pero no es menos cierto que nos obligaron a presentar un proyecto, con una memoria explicativa, una declaración de intenciones bla bla bla. ¿Que intenciones íbamos a tener? Proyectar nuestras obras y que la gente las viera. ¿Es muy dificil de entender esto?

Pero lo cierto es que esa sala es inaccesible en la práctica. 

¿En que clase de mundo , de sistema, vivimos, en el que lo público es mas inaccesible que lo privado? En el que para proyectar en el Monopol me bastaba con mandar un whatsapp a Junior, y para proyectar en el Guiniguada, la Sala del Pueblo, resultara imposible.

Algo no funciona bien en este sistema cultural oficial.

Todo va en la persona, creo yo.

 Porque para proyectar en el Tea de Tenerife,o en el Espacio Digital de Gran Canaria, que también son salas oficiales, basta con una simple llamada.

¿Dónde está ese Emilio Ramal o ese Sergio Morales al frente del Guiniguada? Alguien cercano a los creadores, que nos conozca por nuestro nombre de pila, que sepa como se mueve realmente este tinglado...

La últimas proyecciones las estábamos haciendo en el Museo Elder, que tiene una buena sala de proyección, con butacas en anfiteatro, un buen proyector y una pantalla grande. Pero no deja de ser un museo, para el que las proyecciones de cine son secundarias.


Por eso el cierre del Monopol es una desgracia para todos nosotros. Guardábamos la esperanza de que se mantuviera y volviera algún día a la política anterior. La de apoyarnos a los cineastas canarios sin excusas ni discriminaciones.

Ahora nos queda volver a proyectar en bares, asociaciones de vecinos... 

Bueno, pues lo haremos, porque nosotros no vamos a parar de rodar.